Las leyendas nunca mueren y la llegada de una sofisticada plataforma portátil como el PS Vita supuso para Konami la oportunidad ideal de revivir dos joyas de antaño previamente adaptadas a consolas de sobremesa en forma de un extraordinario paquete llamado Metal Gear Solid HD Collection, el cual incluye la segunda y tercera partes de la clásica saga precursora de la acción con sigilo que proyectó a Hideo Kojima al estrellato.

La columna vertebral de esta compilación la constituye Sons of Liberty (Vers. Substance) y Snake Eater (Vers. Subsistence), ambos retocados en lo visual y con la oportuna implementación de ciertos recursos periféricos únicos del PS Vita que le dan un giro sutil a la experiencia original. Pero por si no bastara con esto, Konami incluye también el Metal Gear original de 1987, así como Metal Gear 2 Solid Snake de 1990, de tal suerte que hablamos de una auténtica antología con valor histórico.

Ya que hablamos de agregados, hay que mencionar también que Sons of Liberty comprende una serie de modalidades de juego alternativas entre ellas las VR Missions, así como algunos segmentos de historia inconexos estelarizados por Solid Snake que pueden experimentarse de forma individual y a los cuales se les denomina Snake Tales. Estos relatos secundarios son realmente desafiantes e implican un cambio de ritmo interesante para la estructura central, su único defecto es que se introducen mediante diapositivas de texto casi infinitas que sirven para contextualizar.

Ahora bien, el argumento detrás de Snake Eater, Sons of Liberty y Metal Gear es en general demasiado intrincado y complejo para resumirlo íntegramente en unas pocas líneas, para eso les recomendamos que le echen un vistazo a este artículo. A grandes rasgos, entre las dos secuelas se hace un recorrido desde los mismísimos orígenes de la serie durante la Guerra Fría a mediados de los 60, con The Boss y Big Boss como figuras centrales, –precisamente en la operación denominada Snake Eater– y hasta llegar casi a la actualidad, en Metal Gear Solid 2, ya con el reconocido Solid Snake y el no tan célebre Raiden en los roles protagónicos. Pero más allá de los personajes, esta es la historia de una súper arma capaz de cambiar el balance geopolítico global y de la cual todos quieren ser poseedores, se trata de Metal Gear.

Dicho lo anterior, si existe un “defecto” en la HD Collection sería quizá que desde la perspectiva de la historia, no resultará muy amigable para los novatos, pero de cualquier forma la estructura narrativa, el diseño de los personajes, la espectacular presentación cinematográfica y el ritmo con el que se desenvuelven los acontecimientos permiten su entendimiento, aunque sea de manera superficial.

Como mencionamos al comienzo y fiel a la reconocida reputación del sello, Metal Gear 2: Sons of Liberty y Metal Gear 3: Snake Eater son dos juegos que exaltan la exploración furtiva de los escenarios. Si bien se encarna siempre a un letal comando con talentos de combate casi sobrehumanos y quien cuenta a menudo –no siempre– con arsenal y equipo de avanzada naturaleza, aquí el sigilo es rey y la fuerza bruta es sólo el último recurso.

Lo anterior es especialmente notorio en Snake Eater, un título donde además de todo lo antes expuesto, se pone a prueba la capacidad de sobrevivencia e ingenio con el que cuenta el jugador, puesto que el personaje central, Naked Snake, deambula por parajes selváticos que hacen del camuflaje, la cacería y la preservación de la salud, tres elementos singulares y básicos de la mecánica de juego. De hecho, el protagonista tiene que aplicarse diferentes procedimientos, incluso quirúrgicos, en caso de resultar lesionado por cualquier via (a la Rambo).

Por lo que respecta a la presentación, es tangible el tratamiento de remasterización al que se sometieron los dos juegos. Si bien persiste una muy buena cantidad de patrones achatados, las superficies y sus contornos lucen tan tersos como puede esperarse de propuestas que rondan la década de antigüedad, mientras los escenarios son dinámicos y muy detallados. No obstante, por más que la pantalla del Vita es OLED con un cuarto de resolución HD, es inevitable fruncir el ceño ante lo minúsculo de ciertos aspectos. Para ponerlo de una forma más clara, el láser pierde prácticamente toda su utilidad porque el punto rojo se torna casi invisible a la distancia.