En el marco de una comparecencia que se llevó a cabo en San Francisco esta semana, Dianne Feinstein, senadora demócrata por el estado de California, advirtió que si la industria del videojuego no es capaz de reducir los niveles de violencia en sus contenidos, entonces el Congreso de Estados Unidos tendrá que intervenir.
Fainstein dijo que los videojuegos juegan un rol muy negativo en la gente joven e instó a la industria a estar consciente de ello. Si Sandy Hook no basta, si el conocimiento de los juegos que este joven jugó no basta, entonces quizá tengamos que proceder, pero eso sería en el futuro, explicó la legisladora, refiriéndose a la matanza en la escuela primaria Sandy Hook, en Connecticut, en diciembre pasado, y a su perpetrador, Adam Lanza, quien era jugador de videojuegos.
No es ni por mucho la primera vez que los políticos arremeten contra la industria. Leland Yee, senador también de California, ha hablado negativamente de los videojuegos en meses recientes; Jay Rockefeller, de West Virginia, quiere que se conduzcan más estudios sobre la relación entre juegos y violencia; y el gobernador de Connecticut, Dan Malloy, dijo que los juegos violentos no tienen ningún valor social.
En otra parte de su discurso, Feinstein señaló que la Asociación Nacional del Rifle ha amedrentado a los legisladores para que no se endurezcan las medidas sobre la posesión de armas, lo que desde nuestra perspectiva, constituye el eje central del problema.
Como mencionamos, todo este debate se reavivó con la matanza en Connecticut el 14 de diciembre pasado que dejó 28 víctimas mortales, la mayoría de ellas niños. Y es que Adam Lanza, el asesino, supuestamente era fanático de Call of Duty.
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