De acuerdo con un artículo de la prestigiosa revista Popular Science, Ingmar Riedel-Kruse, un bioingeniero de la Universidad de Stanford, creó una serie de juegos en que los usuarios controlan microbios orgánicos.
El dispositivo de Riedel-Kruse emplea organismos unicelulares llamados paramecios que usualmente viven en charcos de agua. Cambios en los campos eléctricos de algunas áreas de su hábitat permiten cambiar la dirección de sus movimientos, conducta conocida como galvanotaxis. Mezclando esta técnica con tecnología motion capture para identificar agrupaciones específicas de paramecios, dichos organismos pueden ser usados como micro-avatares de los jugadores.
Bajo este principio, Ridel-Kruse desarrolló juegos como soccer, Brick Breaker e incluso una versión primitiva de Pac-Man llamado Pac-Mecium, en que los microrganismos deben comer cápsulas y evitar un pez gigante. El experimento inaugura el género de los biojuegos o gaming biótico. Asimismo, Geva Patz mejoró la consola de Riedel-Kruse con un encefalograma para hacer que los jugadores controlen a los paramecios con su mente. ¡Asombroso!
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