Convertirse en el personaje más famoso y exitoso de los videojuegos no es tarea sencilla, mucho menos rápida, y si no lo crees, sólo tienes que preguntarle a Mario, el más carismático fontanero italiano capaz de sobrevivir cualquier embate como estrella del mundo del entretenimiento.
En un principio, su creador no lo llamó Mario, era simplemente Jumpman, y el diseño con su overol azul y playera roja se debió a que esos eran algunos de los colores que se podían utilizar con las limitaciones tecnológicas de la época.
En contra de lo que muchos puedan pensar, la primera aparición de Mario no fue en un juego que llevara su nombre, sino en Donkey Kong, un título de arcadia de 1981, donde el fontanero tenía que esquivar los barriles que el malévolo gorila le arrojaba para llegar a la cima y rescatar a su amada, que de momento sólo era conocida como Lady, aunque posteriormente se descubrió que se llamaba Pauline.
Al año siguiente Mario regresó a luchar con los gorilas, esta vez como el villano en Donkey Kong Jr., donde el jugador interpretaba el papel del hijo Donkey Kong y se enfrentaba a Mario para poder liberar a su padre. Moraleja: no confíes en un fontanero que pelea contra gigantescos gorilas con un enorme martillo.
Con la llegada de la consola que marcaría el futuro de la compañía, el Nintendo Entertainment System, mejor conocido como NES, Mario recibió su primer juego, llamado simplemente Mario Bros. Esta vez (y muchas otras en el futuro) el fontanero tenía aspiraciones mucho más altas, ya que debía rescatar a una princesa de las garras de quien se convertiría en su enemigo más famoso, Bowser, una monstruosa tortuga escupe fuego; Mario se había convertido en todo un héroe, claro después de maltratar a unos cuantos gorilas.
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