Desde su inesperado éxito en 2007, la productora, 2K, e Irrational Games coquetearon con la posibilidad de llevar BioShock a la pantalla grande y, aunque se presentaron contratiempos aparentemente insorteables, Ken Levine, creador del concepto, todavía tenía presente la posibilidad de una adaptación hasta ahora.
En una entrevista ofrecida ayer por la tarde, el director creativo se mostró desmotivado y echó por tierra las ilusiones de los fanáticos al declarar que no existe un deseo ferviente por hacer la película, sobre todo después de los traspiés experimentados y la prioridad que tiene BioShock Infinite, a estrenarse el año próximo.
"Estuvimos muy cerca de hacerla teníamos el trato hecho con un director. Pero para nosotros no hay un deseo ferviente por producir una película sólo porque sí," aclaró Levine y agregó que sólo darán luz verde cuando se reúnan dos requisitos fundamentales: "a) que [sea un filme que] ofrezca a los fanáticos lo que quieren, y b) que para quienes no conocen BioShock, funja como una introducción consistente con el juego y sea una buena representación."
Pero el problema radica en que el concepto de BioShock resulta a todas luces denso, sin importar cuál de todas sus entregas se pretenda recrear. Ello implica riesgos de popularidad y, para colmo, la presencia de elementos como pequeñas niñas que pueden ser asesinadas o estimulantes inyectables (Plasmids), lo ubican en una clasificación para adultos, razón por la cual, Gore Verbinski, primer cineasta considerado para dirigir el filme, prefirió desistir.
Así las cosas, todo apunta a que BioShock terminará por formar parte de la lista de adaptaciones olvidadas donde ya yacen también Gears of War y Halo.
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