Aún cuando todos los videojugadores compartimos el entretenimiento del pixel con la misma pasión, siempre habrá marcadas brechas generacionales y cuando se trata del género RPG, uno de los que acarrean más tradición, la barrera de la nostalgia es mucho más marcada. Para los llamados jugadores de la vieja escuela, la década de los 90 representa la era dorada del rol oriental, iniciada gracias al SNES y el estímulo que sus 16-bit de potencia gráfica generó en la creatividad de los desarrolladores. En aquella época Japón clamó hegemonía sobre este tipo de juegos, con elementos estratégicos, combates por turnos e interfaz con menús, y mientras se especializaban en consolas, Corea trató de acaparar el mercado de las PC –y una década más tarde de los celulares–, cambiando el ritmo pausado y contemplativo por acción explícita y mucho botonazo.

Aquí el problema es que si has jugado un RPG coreano, los has jugado todos, y la situación se agrava cuando se trata de la App Store, donde abundan los clones y las imitaciones. Exitium: Saviors of Vardonia trata de ofrecer una aventura fresca con múltiples narrativas y mecánica de juego diferente, aunque de inicio la mayoría de sus elementos están plantados en terreno familiar: interminables espadazos y hechizos sobre el escenario, abundancia de recompensas al matar enemigos, además de requerir cantidades absurdas de experiencia para tener el nivel necesario y acceder a la siguiente zona.

Por lo anterior deberás pasar muchas horas en combate, que entenderás rápidamente porque Exitium se controla tal como imaginas: enorme pad virtual a la izquierda y botones con poderes o habilidades a la derecha. Es importante saber que el iPad ofrece el tamaño ideal de pantalla para personalizar la interfaz sin que se vuelva abrumadora, contrario a lo que sucede en dispositivos pequeños. El formato de control está más que probado en otros juegos, pero en este caso hay un gran inconveniente: después de varias horas seguirás sin adaptarte, principalmente porque los personajes se mueven demasiado rápido –como si el juego estuviera acelerado–; puedes ajustar la velocidad desde el menú de opciones, pero nunca parece que aciertes en el punto de confort.

Si logras superar el tropiezo de los controles, encontrarás que Exitium es un juego sumamente rico en contenido. Puedes elegir uno de cuatro personajes, cada uno con su propia historia y particular perspectiva de la guerra, además de estilo de juego y clase únicos. Las clases son estereotipos (guerrero, mago, paladín y sacerdotisa) pero eso ayuda a darle verdadera diversidad a la experiencia de juego, pues cada habilidad es muy diferente, y aunque el árbol de actualización es estrecho, aporta una interesante dosis de frescura conforme subes de nivel. Además, todos los personajes adquieren talentos adicionales al completar misiones o cumplir objetivos opcionales.

Te aseguro que la historia no se lleva las palmas por sobre otros juegos, pero al menos escapa al cliché del clásico héroe adolescente que debe salvar a su mundo de la inminente destrucción, y en su lugar te sumerge en una guerra entre dos imperios con todo e implicaciones morales; y si te parece insuficiente, el conflicto bélico empeora con la infestación de criaturas monstruosas y entidades malignas.

Desafortunadamente, el intento por apelar a la originalidad termina cuando se involucran aspectos RPG, comenzando por las misiones. Hay incontables encomiendas y objetivos, pero la mayoría requiere que mates cierta cantidad de enemigos, o que recolectes un número determinado de objetos. Las misiones que sirven de progresión argumental no difieren mucho, pero considerando que el mapa es enorme y la variedad de enemigos muy vasta, no será tan fácil que te aburras, aunque estés haciendo la misma labor una y otra vez.

Exitium luce fantástico y es un evidente tributo a las mejores épocas de los 16-bit. No será el mejor de su tipo y el control dista de la perfección, pero tiene suficiente contenido para entretenerte por horas, además de que vale la pena echarle un ojo a sus múltiples líneas argumentales.