Estábamos mi novia y yo en un local de libros de segunda mano. Al ver a cierto libro, le dije sarcásticamente que de seguro estaba bien chingón. Ella al parecer nunca se dio cuenta de que estaba hablando en broma, y a las tres semanas me lo regala en nuestro cumplemés. Fingí una cara de felicidad y le di las gracias. Empecé su lectura unas semanas después, sin saber muy bien qué esperar.
El libro se llama La Huésped y su autora es Stephanie Meyer, escritora de los libros de Crepúsculo. No pensé que al final de cuentas, sería la versión sci-fi de la misma historia, aunque debió parecerme lógico sólo de leer la contraportada.
La premisa es ésta: La Tierra está invadida por aliens, los cuales son parecidos a insectos que se insertan el cerebro de la gente, y las poseen. La mayoría de los humanos ya tienen a su parásito dentro, y sólo unos pocos humanos persisten en la lucha por sobrevivir. Los Buscadores, que son los aliens que BUSCAN a los rebeldes (de ahi el creativo nombre), han localizado a una de ellos, Melanie, que podría tener información sobre el escondite de varios humanos. Ella trata de suicidarse, pero curan su cuerpo e insertan a un “alma” (como se llaman los aliens a sí mismos) especial: Wanderer, quien ha estado en varios planetas. El plan es que Wanderer accese a los recuerdos de Melanie para informarle a los Buscadores dónde, ejem, buscar. Sin embargo, la conciencia de Melanie persiste en su cerebro, y no le deja acceder a la información por completo. En teoría, la conciencia de Melanie perdería potencia conforme pasara el tiempo, así que a Wanderer la dejan ir, en espera a que logre ver esos recuerdos. Pero, oh, contrariedad, Melanie le muestra a Wanderer recuerdos que ella no solicita, mostrándole al tipo del que está enamorada (Jared) y a su hermano (Jamie). Y la cosa más extraña ocurre: Wanderer se enamora de este tipo, y adquiere los mismos sentimientos de amor y cariño que su húesped tiene por su hermano menor.
Estos sentimientos son más absurdos que los del vampiro enamorado por Bella. El alien ni siquiera tiene deseos humanos de reproducirse con otro humano, ¿por qué se enamora del cuerpo y rostro de este Jared? Y, por qué, por el amor de Dios, siente amor de hermanos hacia el tal Jamie? La escritora trata de explicar esto, pero nunca a detalle, y la razón es evidente: es imposible explicar algo tan ridículo y carente de lógica. Al parecer, la única explicación posible es “porque sí”.
Bueno, resulta que Wanderer se enamora tanto de este sujeto que va en su búsqueda, guiada por Melanie (hablan entre ellas). Logran encontrarlo, casi perdiendo la vida en el proceso. En efecto, están todos en un refugio, ellos y varios humanos más.
Ahora, en este punto donde estamos en la lectura podemos advertir algo muy molesto del libro: es lentísimo. Las cosas que pasan en cien páginas fácilmente hubieran sido relatadas en la mitad de palabras; pareciera haber un afán por parte de Meyer de inflar el número de páginas sin razón. Otra pinche cosa: vemos que el amor de Melanie hacia Jared, supuestament el corazón del libro, es un típico amor instantáneo, que nace espontáneamente a partir de un beso. Al principio se presiente que el meollo de la trama será que estos dos amantes en desgracia vuelvan a encontrarse. ¿Cómo nos va a interesar esa trama, entonces, si ese amor es tan falso e inverosímil?
Tenía muchas ganas de mandar a la verga al libro, pero soy muy terco y no me gusta dejar libros inacabados. Así que seguí. El refugio en donde se encuentran estas personas es fantástico. Es una gran serie de cavernas interconectadas, todas perfectamente fuera de la vista, muy bien escondidas en el centro del desierto. Chequen esto: un gran río subterráneo los abastece de agua y de “drenaje” (hacen del baño en el río, pues), y dentro de estas cavernas subterráneas hay varias que convenientemente pueden usar de:
Lugar comunal, para reuniones y cosas así.
Cuartos, convenientemente provistos de grietas en el “techo” para que sus ocupantes no se asfixien (proveen, además, de una romántica vista a las estrellas).
Cocina, la cual también tiene grietas para la salida del humo.
Cancha de fútbol.
Lugar para cultivar.
Lugares donde bañarse.
Prisión, para personajes indeseables.
Un consultorio médico.
Casi cualquier cosa que necesiten.
Ok. En el desierto de Mojave sí hay un río subterráneo gigantesco, pero este escondite es demasiado conveniente, ¿no? Lo único que faltaba era que en una cueva encontraran que había electricidad producida de manera natural, para cualquier electrodoméstico que quisieran usar, y otra en donde encontraran petróleo para crear su gasolina (en otra cueva tal vez podrían encontrar acceso a una refinería abandonada).
Básicamente, todo lo que ocurre en las siguientes 450 páginas del libro es lo siguiente: A la recién llegada se le trata con mucha hostilidad y desconfianza, hasta que poco a poco la gente comienza a aceptarla. Jared es el que más tiempo se tarda en aceptar a esta tal Wanderer, que viene en el cuerpo de su novia, pero con el tiempo también ocurre. Es más, prácticamente toda la gente llega a quererla y hasta a considerarla parte de su comunidad. Al final, un evento “obliga” a Wanderer a confesar que hay una manera segura de retirar las “almas” de sus huéspedes, sin que esto represente la muerte del huésped o del humano.
Pasa una cosa más: un tal Ian se enamora de Wanda, creando otro triángulo amoroso. Yo creo que la autora tiene muy claro que el triángulo amoroso creó el superéxito de ventas de sus libros de vampiros, y al escribir esta novela, pensó que al incluir dos triángulos amorosos duplicaría las ventas. El pedo es que son dos triángulos amorosos tan pinche extraños... Melanie ama a Jared. Wanda ama a Jared, aunque sufre pues Jared nunca la amará. Jared ama a Melanie y odia a Wanda. Ian ama a Wanda (un pinche alien), y le es indiferente Melanie. Jared tiene celos de Ian, que pasa mucho tiempo con Wanda, aunque en realidad no está interesado en Wanda, sino en Melanie, quien está dentro de ella. Melanie sólo ama a Jared, pero tiene celos de Wanda cuando ella lo toca o le habla. No es que sea confuso, sólo bien pinche raro. Supongo que esto sale de los límites normles de un triángulo amoroso, y entra en un nuevo territorio: el hexágono amoroso.
Y todo es estúpidamente inútil, todos esos celos no son más que relleno en una historia que es 90% relleno (lo crean o no, una ida al baño de la protagonista toma 10 páginas[183-193]), pero se le da muchísimo énfasis porque Stephanie Meyer sabe que éso es lo que sus fans esperarán del libro.
Como sea, llegamos al raro final: Wanda ha aceptado salir de su huésped, y, en contra de sus deseos, los humanos la insertan en otra humana... a pesar de que ella sólo les explicó el proceso para retirar las almas, no cómo insertarlas. Y a pesar de que ahora los “rebeldes” están haciendo precisamente aquello en contra de lo cual se están rebelando. No sé. Todo es para que Wanda siga viviendo junto con sus humanos, y Melanie recupere su cuerpo y se vaya a coger en paz con Jared, y Wanda pueda vivir una vida con Ian, y para que el lector vomite de tanta pinche cursilería. Es una historia bastante jodida, aunque se aprecia que tiene por lo menos la intención de dar una moraleja moralista: que el amor y la comprensión son la clave para salvar el planeta, y que el amor no conoce barreras y puede darse entre cualquier ser, incluso entre un bicho intergaláctico y un homo sapiens musculoso y hot.
Seré 100% honesto: hubo varios momentos que me agradaron del libro. Algunos de ellos tienen que ver con las descripciones de la flora y fauna de otros planetas. Otras tienen que ver con el humor involuntario, cuando a la escritora le vale sorbete la lógica en su prosa:
Página 137: “No, no es así como lo siento. Creo... bueno, creo que te mueres por ser humana. Su pensamiento casi sonrió al darse cuenta del doble sentido de la frase.”
¿Cómo chingados, cómo putas madres va a ser posible que un pensamiento, una voz sin cuerpo que habita en el fondo de tu mente, SONRÍA? Jackiechan.jpg.
Página 257: “No movió los ojos del techo, pero yo veía hacia el suelo: mirándolo fijamente.(..)”
¿Cómo coños le hizo para saber que la persona con quien habla no movió los ojos del techo, si ella miraba el suelo fijamente?
En este libro, cada vez que un personaje tiene una reacción emocional, se “estremece”. Nunca he visto a alguien estremecerse en la vida real, así que cada vez que leía esa palabra (y vaya que aparece seguido) me imaginaba al personaje temblando como Marge Simpson cuando tuvo un escalofrío, en aquel episodio donde Bart y Homero trabajan en una feria ambulante. Pero, siendo justos, hay un detalle bastante acertado: En el principio del libro, los diálogos y pensamientos de Wanda son en extremo formales y educados, como los de un robot. (Página 277: “No podía hacer el trabajo de Ian, pues carecía de la indispensable fuerza en brazo y músculos de la espalda para hender realmente la endurecida tierra” ), y conforma se va humanizando, el lenguaje se vuelve más desenfadado. Debo confesar también que en verdad llegué a sentirme a gusto entre esos personajes unidimensionales, al grado que abría con ganas el libro, no porque quisiera saber qué iba a pasar, sino simplemente porque quería pasar el rato con ellos. Quería oír las tonterías de Wanda, las pendejadas de Ian, y las ridiculeces de Jamie. ¿Por qué? La extensión del libro terminó por crear ese afecto que tenemos a las cosas rutinarias y familiares. A pesar de eso, nunca recomendaría este libro. Es aburrido, la trama no tiene sentido, los aliens no son interesantes, y tampoco lo son sus personajes humanos. Si está así de aburrido esto, no quiero ni imaginar cómo ha de estar la película.
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