Estos últimos días he consumido una cantidad bastante grande de metroidvanias, género al que casi ni había volteado a ver a lo largo de mi vida y que hoy en día me ha dado muchas horas de entretenimiento, pues prácticamente acabé al hilo Guacamelee 2, Ori and the Blind Forest y Bloodstained Ritual of the Night, además de estar jugando actualmente Ori and the Wiil of the Wisps.
Le comentaba a uno de los integrantes de la banda gangrena gamer a la que tengo el gran honor de pertenecer, que intenté jugar Blasphemous pero me dio un poco de asquito no me agradó mucho su apartado visual.
Por cierto, este amigo de preferencias sexuales dudosas es un gran fan del género y me insiste en que también juegue Hollow Knight y el ya mencionado Blasphemous para vivir la auténtica experiencia metroivaniesca.
Nunca había sido gran fan de este tipo de juegos, pues si bien hace años jugué y acabé Guacamelee 1 y Metroid Samus Returns, nunca me llamaban mucho la atención otros exponentes, pues jamás he jugado un Castlevania, de la saga Metroid solo jugué el que acabo de mencionar y detesté Metroid Prime (al final es metroidvania en 3D) y nada más destacable.
Después de que por fin me animé a darle una oportunidad al género, descubrí que son muy entretenidos y que hay infinidad de buenos exponentes, así que por el momento en calidad de gordo que acaba de descubrir un nuevo restaurante tipo buffet, entré y me estoy empezando a servir mis platos rebosantes de esos seductores mapas bidimensionales que requieren desbloquear habilidades para seguir explorándolos.
Quien sabe, quizás mas adelante descubra la carta con los cortes finos y empiece a hincarle el diente a los pesos pesados del género.
Lo sé, todas mis analogías son de un gordo sin remedio, en fin.
P.D. Ya me dio hambre.
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