Ya ha pasado algo de tiempo desde que se presentó por primera vez en la Ciudad de México: “The Symphony of the Goddesses”. En esta ocasión, dicho tour regreso por tercera vez con un programa renovado a lo visto anteriormente, en el cual, nuevos arreglos se introdujeron luciendo el apartado sonoro de entregas como: “A link Between Worlds”, “Skyward Sword” y “Majoras Mask”. Por otro lado, nuestros oídos se volvieron a deleitar al escuchar de nueva cuenta melodías provenientes del amoroso "Wind Waker", "A Link to The Past", "Ocarina of Time" y "Twilight Princess".
Su programa no solo fue modificado, sino que además, una nueva sede se encargó de albergar el concierto puesto que mientras en pasadas ediciones se celebraron en el Auditorio Nacional, ahora fue el turno de la Arena Ciudad de México, un recinto mucho más imponente dada su propia magnitud.
Una vez pasadas las 8 de la noche, las gradas empezaron a llenarse paulatinamente hasta que se llegó a aparentar un lleno total (había algunos huecos en los costados) gracias a la audiencia que se hizo presente mostrando el cariño hacia la obra de Shigeru Miyamoto. Ante un público expectante, las luces se esfumaron para dar paso a un excitante preludio el cual fue cortado una vez que la Orquesta Sinfónica Nacional de México arrollo de nueva cuenta con la ya característica apertura de la sinfonía de las diosas.
Siguiendo el itinerario planeado, el tiempo que duro el concierto fue un mágico repaso sobre el Zelda Contemporáneo el cual logro erizar la piel con arreglos tan conocidos para unos e hizo mover fibras emocionales a otros provocando lágrimas en sus ojos. Fue un alegre y añorante túnel que nos transportaba en algún momento de nuestro pasado.
La emoción por cada melodía tocada lograba que al término de estas fueran acompañadas de un mar de aplausos e incluso, dicho ritmo de manoteos continuaba aun en el inicio de los actos posteriores. Simplemente el público que hizo acto de presencia se entregaba a su fanatismo apoyado por un ambiente de compañerismo que se sentía en la Arena México.
Dejando de lado el sentimentalismo, esta tercera vuelta es un puente medio que une a sus dos pasadas interpretaciones; si bien se mejoró notablemente a lo presenciado en la segunda vuelta, falto de cierto punch para alcanzar el nivel de furor que alcanzo su primera presentación.
Es cierto que hubo fallos en la producción, incluso el volumen se podría considerar algo bajo, pero al final son sutilezas que pasaran por alto aquellos primerizos en este memorable evento. Para los afortunados que han tenido la posibilidad de asistir a todas sus interpretaciones, la propia atmosfera será tal que lograra cegar el ojo crítico y centrarse solamente en el deleite audio-visual del momento.
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