Todos sin excepción, en algún momento de nuestra vida hemos sentido que somos una presa de alguien o de algo, nuestro intelecto y nuestra mente nos dicen que son figuraciones nuestras, pero muy en el fondo de nosotros sabemos que eso no es cierto, la única verdad es que algo nos acecha.
El acecho era para los antiguos videntes una práctica del conocimiento interno, ellos llevaron a cabo enseñanzas y métodos muy excéntricos de como acechar a las personas, sin lugar a dudas en la época colonial y sobre todo en la conquista fue la mejor temporada para estos excéntricos guerreros, en esos días abundaban los "pinches tiranos" alguien con tal poder que en aquellas épocas podían hacer y deshacer, y muchos brujos cayeron como moscas.
El siguiente relato es un extracto de una historia verídica.
Hace algunos ayeres había muchas haciendas por el rumbo de Guanajuato nuestra historia comienza en esa época y en ese lugar o bien, cerca de ese lugar. Nuestro personaje es un indio de cerca de esas latitudes, los indios lo han perdido todo, pero para otra clase de indio lo han ganado todo.
Genaro era un hombre fuerte y jovial el único problema era que carecía de fortuna y riqueza, pero por supuesto tenía brazos para trabajar, en aquellos días era fácil encontrar trabajo para quien realmente lo necesitara, y rápidamente encontró chamba en un molino de maíz, se ganaba el pan con un poco de dinero y alojamiento que el encargado del molino le proporcionaba, al poco tiempo se presento el capataz de una hacienda cercana y al ver a Genaro fuerte y joven le hablo al encargado del molino, al poco rato el encargado le pregunto a Genaro que si quería ganar más dinero, él respondió que por supuesto, y el encargado le dijo que tenía que darle una cuarta parte de su salario, le menciono que allá en la hacienda ganaría 4 veces más de lo que ganaba aquí, y obviamente acepto.
La verdad de las cosas es que el capataz y el encargado estaban coludidos para quedarse con el sueldo de los peones, y ahí empezaron los pesares de Genaro, el era indio pero no se dejaba mangonear, sin embargo no podía hacer nada ya que el capataz tenía el poder y la anuencia de la dueña de la hacienda.
Todos los días era levantarse a las 5 de la mañana, trabajar de sol a sol, y todavía recibir las humillaciones agravios y latigazos del capataz era algo que él no podía soportar. En cierta ocasión trato de escaparse, pero no falto el chismoso que le avisara al capataz, quien en un dos por tres ya lo estaba golpeando con el fuete, al cansarse les dijo a los demás que terminarán lo que él había comenzado y Genaro termino molido a palos.
Así pasaron 3 largos años, Genaro ya no era tan fuerte ni tan jovial, todo se lo había llevado la esclavitud a la que había sido sometido, adelgazó y empeoró de salud, pero aún quedaba un resquicio de orgullo en su ser y se aferró a eso (tenía que huir a como diera lugar)
Era un día soleado y los trabajadores por algún motivo no habían salido a laborar, eran aproximadamente las 9 o 10 de la mañana, era la oportunidad que Genaro había estado esperando, en un momento de descuido de los cuidadores saltó una barda semiderruida, y corrió todo lo que pudo, pensó que la había librado, vio en el camino a varias gentes que se dirigían al pueblo, cuando de repente escucho a alguien que gritaba, era el capataz que había salido en su búsqueda, quiso volver a correr pero sintió algo en la espalda, el capataz le había disparado desde su montura dos disparos y lo dio por muerto.
Después de todo esto la gente empezó a acercarse al caído, algunos se escondieron durante el altercado, en ese preciso momento un indio anciano y su mujer empezaron a gritar "mi hijo, mi hijo" y ambos lloraban, el anciano les pidió a algunos jóvenes que le ayudarán a llevar a su hijo a su choza, al dejarlo en un camastro el viejo les daba unas monedas por la ayuda, pero los 3 jóvenes no querían aceptar, el viejo los convenció al decirles que aceptaran para darle suerte a su hijo que se encontraba tan malherido.
Genaro estaba semiinconsciente y no entendía porque ese viejo decía que él era su hijo, estaba convencido de que el anciano y su mujer estaban completamente locos.
Lo que Genaro ignoraba es que el viejo era un excelso brujo y un gran acechador, pero eso lo vio con el pasar del tiempo, con los conocimientos que tenia de botánica el anciano logro salvar la vida de Genaro y poco a poco empezó a reponerse.
Pasaron tres cortos años, cortos para Genaro ya que tenía la presión del anciano que siempre le decía que debería regresar a la hacienda, que el encontrar un “pinche tirano” era algo único, que solo era cuestión de acechar, que lo que realmente importaba era enfrentar al capataz etc.
Así las cosas Genaro decidió seguir la guía de su benefactor o sea el anciano, y allí fue donde se dio cuenta de la verdadera naturaleza de su maestro, era un verdadero acechador, le enseño las reglas del acecho, los principios de acechar y cuando el benefactor considero que estaba listo lo mando a la guerra.
Genaro estaba completamente cambiado maduro, fuerte, astuto, simpático, paciente y despiadado, el encargado del molino no lo reconoció e inmediatamente le dio el trabajo, en esta ocasión fue la patrona de la hacienda la que se presento en el molino y hablo con el encargado, Genaro se había vuelto sagaz y supuso que la vez anterior probablemente también había sido la dueña quien lo vio, porque al día siguiente se presento el capataz a hablar con el encargado y éste a su vez hablo con Genaro en la noche.
El encargado le dijo lo mismo que la vez anterior, solo que ahora Genaro estaba en otro rollo, una de las especificaciones que le había dicho su benefactor era que no aceptara, a menos que le dieran dinero por adelantado, y el debería exigirlo a como diera lugar, el encargado quedo perplejo y no supo qué hacer, en la noche fue a ver al capataz y le expuso los hechos, el capataz le dio dinero y le dijo que lo mandará al otro día, que él se iba a encargar de ese cabrón.
Una de las primicias que debería hacer Genaro era identificar las debilidades del capataz, éste tenía tres, una era su hija, otra la patrona y la tercera era su miedo a los caballos, al llegar Genaro a la hacienda le ordeno limpiar los cobertizos donde se encontraban los caballos, allí se encontraban los mas indómitos y feroces animales, al entrar muchos caballos y yeguas pataleaban tratando de golpearlo pero el encontró una plancha de madera en la cual se protegió y como pudo logro limpiar el establo, al salir, el capataz se quedo incrédulo al verlo indemne.
Con el paso del tiempo la furia del capataz creció ya que Genaro se estaba haciendo popular, en cierta ocasión mando hacer una misa en honor de la patrona y ésta quedo maravillada, era tal la furia del capataz que esa noche contrato tres matones para que dispusieran de Genaro, pero obviamente él estaba capacitado su maestro en verdad era un acechador, siempre dormía afuera de las barracas y dejaba un bulto para qué pensarán que era él, esa noche desde fuera vio como tres sombras se escabullían hacia su supuesto lugar, dos quedaron afuera y un tercero entro con un cuchillo en las manos, al poco rato todos salieron corriendo de allí, él regreso a sus habitaciones y como no había luz se dio cuenta que habían apuñalado el bulto que había dejado, al otro día el capataz se quedo con la boca abierta al verlo caminar muy campante.
El colmo llego a los pocos meses de haber regresado, era un domingo y había fiesta en la hacienda el cura de la iglesia del pueblo estaba bendiciendo unas habitaciones de la casa, todos estaban reunidos en el patio central, cuando Genaro hablo tan fuerte que todos prestaron atención y fue allí donde expuso todo lo que había hecho el capataz, después de esto se hizo un silencio sepulcral y el capataz se retiro sin decir ni una palabra.
Genaro sabía lo que venía, al retirase se dio cuenta que alguien lo seguía, era el capataz todo furibundo, Genaro corrió hacia las caballerizas pensando que el capataz no se atrevería a entrar, pero se equivoco había empujado demasiado a aquel hombre.
Lo primero que hizo al entrar al establo fue protegerse tras la plancha de madera, los caballos estaban todos encabritados, el capataz entro lleno de ira y no se fijo por donde andaba, en ese momento un enorme garañón soltó una coz tremenda que fue a parar directo a la cabeza del capataz el cual cayo cuan largo y tendido y allí quedo, la muerte llego sin siquiera ver por dónde.
Se habían cumplido los preceptos del acecho, después de esto Genaro nunca regreso a la hacienda, su maestro le dijo que no es que anduvieran buscando hacer el mal, sino que lo que siembras es lo que cosechas.
Para ser un mediano acechador hay que saber que siempre habrá un acechador más allá de nuestro entendimiento y quien acecha mejor es la muerte.
Adultez gamer.
por Kingcool {"src_avatar":"https:\/\/cl2.buscafs.com\/www.levelup.com\/public\/uploads\/images\/34118\/34118_64x64.jpg","nickname":"Kingcool","user_name":"Mario B","user_link":"\/usuario\/Kingcool","posts":3613,"theme":"default","cover":false,"status":true}
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