Por las mañanas acostumbro comprar café en alguna tienda de conveniencia, ya sea el Seben y Leben o en el Ocso. No me considero un experto en café, porque mi paladar es muy pobre (no podría notar gran diferencia entre el sabor de una langosta al termidor y un pedazo de cartón); sin embargo, poco a poco he aprendido a saber cuál café prefiero de los que acostumbro tomar. Entre cafeterías, a veces prefiero el café del Sanborns, a veces prefiero el del Vips. Y entre los minisupers mentados, a veces prefiero el Andatti, del Ocso, porque es más barato y me gusta más que el Café Select del Seben, que creo que está aguado. Pero cuando prefiero el Café Select, es cuando tienen ofertas, pues están buenas y los vasos son grandes.
Una oferta reciente del Seben, por tiempo limitado, fue la de Café grande a precio de mediano (o sea, dos pesos menos). No me acuerdo cuándo empezó, pero me fijé muy bien cuándo terminaba, para saber cuándo debía dejar de comprar en el Seben y volver al Ocso. Y la oferta terminaba hoy, 26 de mayo de 2010.
Caminaba hoy por la mañana, cuando llegó la hora de comprar café. Entré al Seben, llené el vaso y fui a pagar. "Catorce pesos", me dijo el tipo de la caja, serio.
"¿Catorce? ¿No son doce?", respondí.
"No, catorce pesos", dijo, pero con tono de 'ya, dame el dinero, no trates de pasarte de listo'.
"Pero había una promoción, ¿no? ¿Café grande a precio de mediano?"
"Sí, pero ya se acabó. Catorce pesos."
"Pero terminaba el 26 de mayo. Había un letrero."
"Catorce pesos", respondía, como robot.
Busqué alrededor el letrero, pero me di cuenta que ya no estaba. Estaba segurísimo de haber memorizado la fecha en que terminaba la promoción y, aunque por un momento dudé, insistí.
"Estoy segurísimo que el último día de la promoción era el 26 de mayo. Y hoy es 26."
"Catorce pesos."
Como usaba el mismo tono y la misma jeta, dije "adiós" y dejé el café lleno en el aparador.
Más adelante entré a otro Seben, que sí tenía el letrero todavía. Llené el vaso grande, fui a pagarlo, me cobraron doce pesos con una sonrisa, los di y me fui con mi café.
Vamos, por supuesto que tenía y podía pagar catorce pesos. No es que me sobre el dinero ni que sea millonario; tampoco es que me encante ahorrar ni que exija que me traten como el mejor cliente de la galaxia; normalmente nunca reacciono de una manera particular ante un trato regular en una tienda y, la verdad, eso espero siempre: un trato regular. Normal, pues. Por supuesto, reacciono si el trato es especialmente malo o especialmente bueno. Y mi queja con Don Catorce Pesos ni siquiera es por el trato que me dio, sino por falta de ingenio y entusiasmo. ¿Por qué no me respondió algo así como "disculpe, señor, la verdad es que me dieron la instrucción de vender el café a catorce pesos a partir de hoy y si lo vendo a doce podrían hasta despedirme; si usted está seguro de que la promoción aún es válida, déjeme consultarlo con mi supervisor y vuelva en unos minutos". Se habría tardado menos en decirme eso, que habría sido bastante comprensible para mí. Pero no lo fue y no sólo no le compré el café, sino que se desperdició un vaso y una tapa (el café no, porque de seguro lo devolvió a la cafetera).
¿Qué tal estos edificios con forma de consolas? Mi favorita es la del NES. Me gustaría ver una del Game Boy con un gran ventanal en el centro.
Adultez gamer.
por Kingcool {"src_avatar":"https:\/\/cl2.buscafs.com\/www.levelup.com\/public\/uploads\/images\/34118\/34118_64x64.jpg","nickname":"Kingcool","user_name":"Mario B","user_link":"\/usuario\/Kingcool","posts":3613,"theme":"default","cover":false,"status":true}
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