Atlus se caracteriza por la distribución de juegos originales además de poco comunes, rara vez va con la tendencia y siempre está en búsqueda de desarrolladores propositivos. Uno de esos estudios es Cave, perfeccionista del arcade que desde la década de 1990 es el más sólido exponente de los shoot’em up, aunque también de los pocos que mantienen con vida al subgénero. Conservando las raíces de jugabilidad veloz y la necesidad persistente de poner a pruebas nuestros reflejos, el desarrollador ha incursionado en un nuevo género, con el fin de deleitarnos con su originalidad y de paso, ayudar por algunos días a una causa noble.

Como si fuera la versión de plataformas de DoDon Pachi y Mushihime-sama, excéntricos títulos por los que es ampliamente conocido Cave, NIN NIN JUMP es una intensa aventura en 2D que nos pone al control de Nin-Ja, un ágil y monocromático guerrero del antiguo Japón que ha sido despojado de su amada princesa Sakura; con la intención de recuperarla, emprenderá una travesía entre escenarios pintados con acuarela y personajes de papel. Todo aparenta ser una historia cliché, y lo es pero de un modo favorable, ya que lo destacado de la narrativa es su presentación, con el protagonista navegando entre obstáculos mientras una audiencia de expectantes niños se muestra expresiva con cada acción, asemejando un teatro tradicional de sombras.

El juego está dividido en cinco mundos temáticos de las estaciones del año, cada uno con nueve niveles a vencer y un décimo reservado para el enfrentamiento final con el jefe. La primera impresión hace pensar en una misión simple y sin demasiada relevancia, pero al avanzar la tarea se complica, dando pie a un sentimiento de sadismo por terminar los niveles en el menor tiempo posible. Terminar una zona lo antes posible es el objetivo principal y lo que le da auténtico sabor, ya que un jugador promedio podrá terminarlo en una o dos horas sin mayor complicación, pero la necesidad por obtener el mejor récord y ganarse el elusivo Rank S, hará que en continuas visitas se busque recortar cada segundo.

La mecánica es muy sencilla. Hay que recolectar una serie de pergaminos en cada nivel, sorteando peligrosos obstáculos, sofocantes enemigos y si tardamos demasiado tiempo, la encarnación de la muerte, imparable e indestructible entidad que no se detendrá hasta acabar con nuestro personaje. Reunir todos los rollos de una zona permite pasar a la siguiente, y al final de cada capítulo, se suma una nueva habilidad para Nin-Ja. Entre ellas está la de un gancho para asirse a las paredes, o a los enemigos para derrotarlos, así como un movimiento de embestida, letal para casi cualquiera que se ponga enfrente. La carencia de estas características al inicio del juego puede ser frustrante cuando se trata de vencer tiempos récord, pero al adquirirlas la experiencia se vuelve mucho más divertida, aunque requiere de mucha paciencia dominarlas a la perfección, casi del mismo modo que los desesperantes elevadores, a los que no es tan fácil acostumbrarse.

Por supuesto, tratándose de una experiencia basada en retos de tiempo, ofrece un modo de supervivencia, especial para ese masoquista que llevas dentro. Esta opción te obliga a matar interminables oleadas de enemigos antes de que se acabe tu vida, y recompensa tu habilidad con más puntos si consigues muchas ejecuciones consecutivas.

Es difícil no recomendar NIN NIN JUMP, con su original presentación y adictiva oferta de juego, pero si buscas un incentivo extra para comprarlo, como mencionamos al inicio, tus 400 MS Points formarán parte de un donativo que Cave dará a finales de junio para apoyar al esfuerzo humanitario para los damnificados del terremoto y posterior tsunami ocurridos en Japón el pasado 11 de marzo.