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Normalmente, cuando una película apela a un mercado específico como los videojugadores, los estudios tienden a desarrollar títulos basados en ellas. Es común, que si el filme resulta un éxito (o eso se espera), ¿por qué no tratar de replicar el logro en un juego de video? Desafortunadamente, muchos desarrolladores fracasan en su intento y terminan por ofrecer experiencias pobres y decepcionantes. Me encantaría decirles que Pacific Rim: The Video Game es la excepción a la regla, pero sería una mentira.
Si algo aprendí de jugar entregas basadas en cintas cinematográficas, es jamás esperar algo impresionante. Existen excepciones, pero es casi como querer encontrar una aguja en un pajar. Cuando nos enteramos de que habría un juego inspirado en la película, imaginamos que sería un título de peleas, pues las batallas entre los Jaeger y los Kaiju son el atractivo principal del filme, ¿cierto?
No estábamos equivocados, Pacific Rim: The Video Game pertenece a dicho género y eso es todo lo que ofrece: encuentros entre colosales robots y bestias mutantes. De hecho, no hay una campaña, por lo que no revivimos los hechos de la película; tampoco experimentamos una precuela (como las que otras entregas basadas en filmes ofrecen) y ni siquiera vemos ―o sabemos― de los personajes humanos.
En lugar de todo eso, lo único que tenemos en la experiencia para un jugador son misiones normales y misiones de sobrevivencia. Las normales permiten elegir a un personaje (Jaeger o Kaiju) para enfrentarlo contra otros de su especie; cada nivel impone un objetivo y al final hay una recompensa que consta de medallas de bronce, plata u oro, según el desempeño en combate. Los puntos de experiencia, partes y habilidades que se reciban para mejorar a nuestro Jaeger o Kaiju, dependerán de la medalla que obtengamos. En el caso de las de sobrevivencia, son básicamente lo mismo que las normales, con la diferencia de que si hay más de un enemigos a vencer, recuperarse del daño que recibamos sucederá hasta que se acabe con todos ellos. Éstos, además, sufrirán distintas variaciones en sus habilidades que representarán otro obstáculo para salir invicto.
Suena como un desafío interesante; no es así. Aun cuando el esquema de control es sencillo y nada complicado aprender, el sistema de combate está mal logrado y los personajes no responden adecuadamente a las acciones que deseamos realizar. A esto hay que sumar una cámara estorbosa cuando la pelea cambia de ángulo, un desbalance entre los Jaeger y los Kaijus y un factor que termina por romper el delicado equilibrio que cualquier juego de peleas debería mantener estable: las microtransacciones.
La entrega está plagada de ellas y, desafortunadamente, es lo que se encarga de matar la experiencia de juego. Resulta que un gran número de habilidades y piezas para los robots, así como escenarios, otros personajes y paquete de puntos de XP, sólo pueden obtenerse con dinero real. Los desarrolladores llevaron las microtransacciones a un nivel tan ridículo como cobrar por cambiar el color de un peleador. Me atrevo a decir que la mitad del título está compuesto por estos innecesarios contenidos descargables de paga que, además de caros, desequilibran las posibilidades de los jugadores que se animen a probar el multijugador.
Dicho apartado es exactamente igual a los escenarios individuales; la diferencia es que ahora enfrentas a otras personas de carne y hueso, jugadores que en su mayoría― estuvieron dispuestos a gastar dinero en contenidos que debieron ser incluidos en el juego. Para darles un ejemplo: las batallas en línea que experimenté carecían de lag pero siempre fueron contra los mismos oponentes y tuve que luchar contra personajes que yo no tenía; algunos Kaiju capaces de volar o de proporciones y ataques superiores a los de mis personajes. ¿Cómo se suponía que tuviera oportunidad de ganar, si mis rivales tenían habilidades y piezas mejores que las mías y que sólo se adquieren con microtransacciones?
Yukes, el estudio desarrollador, prácticamente obliga a comprar sus contenidos si deseamos tener una experiencia integral y amena. Francamente, su título está repleto de fatales errores en cada pelea, las misiones para un jugador se tornan aburridas y repetitivas rápidamente y pierden sentido cuando te percatas de que tu Jaeger o Kaiju, según sea el caso, enfrentan una y otra vez a los mismos personajes. Los gráficos no son deslumbradores y la población de jugadores del componente multijugador es diminuta; prueba de ello es que en mis 7 encuentros siempre jugué con la misma persona.
Pacific Rim: The Video Game además de un mal juego es una pésima experiencia que nadie debería soportar y que, además, avergüenza el éxito de su homónimo del séptimo arte. Yukes enseña un lado codicioso con un sobrelimitado sistema de microtransacciones que deja en claro que su título quedó incompleto. Si tienen el dinero para comprarlo, les sugiero que mejor vayan al cine y vean de nuevo la película.
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