Blasphemous 2 es todo lo que deseábamos y más; es una secuela hecha como dictan los cánones, porque respeta todo lo que el original logró y lo expande enormemente. ¿Es necesario haber jugado el primero? No. Hacerlo ayuda a entender mejor el mundo que recorremos y los temas de los que se hablan, pero en caso de que se te haya escapado jugar el original, puedes disfrutar su secuela sin problema. Eso sí, prepárate para corajes, sudor, dedos acalambrados y mucha satisfacción, porque Blasphemous 2 es difícil, preciso, castigador, pero también: premiador.

Afila tus armas

Blasphemous 2 brilla gracias a su combate estilo souls lleno de ejecuciones, mucha precisión y violencia que está lejos de ser innecesaria y hasta roza lo estético. La diferencia con su antecesor es que ahora contamos con 3 armas principales, que son Ruego al Alba, Veredicto y Sarmiento y Centella. Esto hace que las peleas sean más profundas y completas, ya que podemos malabarear entre los armamentos de manera muy sencilla y fluida para hacer combinaciones alucinantes.

Cada una se siente muy diferente; Veredicto es un mazo tan gigante y poderoso como pesado y lento; Sarmiento y Centella son mucho más veloces pero carecen de fuerza y Ruego al Alba es un balance entre las 2 anteriores. Para combatir enemigos regulares, nuestra preferida es Veredicto, ya que a veces puede vencerlos con un sólo golpe, pero para los jefes nos inclinamos más por Ruego, debido a su equilibrio entre agilidad e ímpetu.

Afortunadamente, cada arma se puede mejorar con las Marcas del Martirio, las estatuillas de madera y las cuentas del Rosario. Por ejemplo, si te gusta la velocidad de Sarmiento y Centella pero crees que hacen poco daño, se puede elevar su fuerza en golpes cuerpo a cuerpo o sus Rezos de fuego para así equilibrar la balanza. Si amas a Veredicto pero te estresa su lentitud, también hay opciones para hacerlo más rápido.

Actualizar tu armamento tiene impacto, pues cuando regresamos a una zona que exploramos con anterioridad y matamos más rápido a enemigos que al inicio del juego nos costaban varios golpes. Gracias a esto, hacer backtracking es mucho menos frustrante, porque abrirse camino ante una horda de monstruos eliminándolos de un sólo impacto es muy satisfactorio y nos hace sentir poderosos y que hemos crecido como guerreros.

Más grandes que la vida misma

El combate es magnífico en parte por las armas y los Rezos, pero otro elemento muy importante en la receta son los enemigos y jefes. Hay un par de criaturas que se reciclan del primer juego, pero la mayoría son totalmente nuevos e igual de grotescos y monstruosos. ¿De los jefes qué podemos decir? Son bestiales y extremadamente salvajes, pero jamás se sienten injustos o imposibles de derrotar.

Su diseño es impecable, porque causan un impacto inmediato al verlos; son imponentes gracias a su tamaño pero sobre todo por sus ataques. Desde el inicio, se van con todo hacia nosotros, utilizando todo tipo de movimientos y hechizos que debemos esquivar o detener con nuestro parry. Constantemente están a la ofensiva, así que la ventana de tiempo para aprender su repertorio es corta. Algunos se especializan en combate a distancia y otros cuerpo a cuerpo, y conocer sus patrones es un ejercicio de paciencia y de prueba y error.

Mejorar nuestras armas y utilizar nuestros rezos es muy importante, pero algo igual de vital es perfeccionar nuestro parry y esquivar en el momento preciso, porque cualquier descuido puede llevar a la muerte. Como dijimos, todos estos monstruos son brutales, pero jamás se sienten injustos; si morimos, es fácil identificar en qué fallamos, lo que nos motiva a seguir intentando una y otra vez.

Logramos derrotar a algunos jefes al primer intento, otros nos costaron un poco más, y uno que otro (los últimos) de plano nos tuvo horas batallando y con las manos muy tensas y sudorosas. Aún así, en cada combate aprendimos algo, y jamás nos frustramos lo suficiente como para abandonar la partida. Esto es un gran punto a favor de la entrega: nunca nos hizo sentir insignificantes o incapaces; al contrario, nos dio la confianza de que podíamos contra cualquier reto, sin importar su tamaño.

Un mundo nuevo, pero familiar

Blasphemous 2 toma lugar en un mundo diferente al del primer juego, por lo que cada pasillo, cuarto y paisaje es diferente y emocionante. El mapa es enorme, y su diseño es excelente porque ninguna habitación o rincón se siente de sobra, sino que cada uno aguarda algo interesante y útil. El combate puede ser el atractivo principal de la entrega, pero entrar, recorrer y descubrir lo que una nueva área esconde nos brindó muchísima satisfacción.

Su mundo guarda tantos secretos que incluso a veces es abrumador ver todas las opciones a donde podemos ir y los caminos que se abren al explorar una zona, pero siempre hay una recompensa por hacerlo. Hay muchos coleccionables repartidos para que siempre estemos explorando, y cada uno tiene una función relevante, por lo que es emocionante encontrarlos.

Entre los coleccionables están las ya mencionadas Marcas de Martirio, estatuillas de madera, los Rezos y las cuentas del Rosario, pero adicionalmente están los objetos clave, que ayudan a incrementar nuestra barra de salud y magia. Debemos llevar estos ítems a algunos NPC que tienen historias trágicas pero muy interesantes. Así como con los jefes, el diseño de cada uno es intrigante e impactante, porque parecen sacados de otros mundos y de nuestras peores pesadillas.

Las armas también juegan un papel importante en el mundo y plataformeo, ya que tienen usos fuera del combate. Por ejemplo, al golpear una campana con Veredicto, se generan ondas que abren puertas y crean plataformas; cuando impactamos unos espejos con Sarmiento y Centella impactan, ganamos un impulso que nos ayuda a atravesar muros y cruzar acantilados. A esto se le añade un doble salto y dash (que estaban ausentes en el primero juego) y tenemos como resultado un movimiento maravilloso y divertido de perfeccionar.

No todo lo que brilla es oro

Blasphemous 2 supera en casi todo a su antecesor, pero tenemos una queja principal: el mapa nos dice a dónde ir. Cada vez que tenemos un nuevo objetivo, éste aparece señalado, por lo que es más fácil avanzar. Nos pareció extraño porque en el primer juego esto estaba ausente pero nunca lo vimos necesario; es una entrega complicada, pero principalmente por su combate y jefes, no realmente porque nos perdiéramos.

El mapa muestra cada cuarto que hemos visitado y los caminos que tiene disponible, aún sin haberlos tomado, lo que nos parece ayuda suficiente para avanzar. Que ahora haya una marca que nos indica a dónde ir nos hace sentir como si el equipo de The Game Kitchen nos tomara de la mano y subestimara nuestra capacidad de explorar por nuestra cuenta sin perdernos.

Un queja mínima es que el primer Blasphemous nos apantalló con su deslumbrante pixel art que sirve a la perfección para que los monstruos destaquen lo grotesco y tenebroso que son y para que contemplemos la arquitectura gótica de cada zona, pero la secuela dio un paso minúsculo en este aspecto. A pesar de que el juego aún se ve hermoso, creemos que se desperdició una oportunidad importante para superar lo que habían logrado anteriormente y de sorprendernos como la vez pasada.

Veredicto

Blasphemous 2 cumplió con todas nuestras expectativas porque mantuvo lo que nos encantó del primer juego, lo multiplicó y encontró la manera de innovar. Expande cada mecánica y detalle de tal manera que, aunque aún apreciamos a la precuela, vemos difícil regresar a ella sabiendo que hay una versión mejorada. Supo balancear a la perfección el combate estilo souls que los distingue con más elementos de los metroidvanias para darnos una experiencia que coloca un nuevo estándar en el género.

Quizás peca un poco de guiarnos hacia nuestros objetivos, pero este juego es un ejemplo de que importa más el viaje que el destino, porque el trayecto hacia cada punto es increíblemente divertido, retador y satisfactorio. Nos da la libertad suficiente para tomar el camino que más nos llame la atención, pelear contra los enemigos que queramos y arriesgarnos a buscar el tesoro que mayor tentación nos genera. Siempre hay una recompensa para nuestro esfuerzo, y cada derrota es un aprendizaje masivo.

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