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Stormblood, la segunda expansión del aclamado y sorpresivamente saludable multijugador en línea masivo basado en el universo de Final Fantasy, debutó con bombo y platillo para transportar a los jugadores a una emotiva y emblemática aventura a través de 2 continentes, junto con nuevos oficios, calabozos y mecánicas que pretenden mejorar la clásica y característica experiencia del multijugador en línea japonés. Toma tus armas nuevamente, guerrero de la luz, y embárcate junto con tus aliados de Eorzea en la inhóspita y árida tierra de Ala Mhigo, en el continente de Othard.
De entrada, lo memorable del paquete que representa la expansión es su apartado narrativo, mismo que se ubica inmediatamente después de los acontecimientos del último parche de contenido de Heavensward, The Far Edge of Fate. La historia narra un conflicto con marcados matices de traición, intriga política y opresión por parte del temible puño de hierro del Garlean Empire. Además, un fuerte tema de rebelión está presente en la historia y es el hilo que conduce tus acciones junto al personaje de Lyse Hext, una monja exiliada de Ala Mhigo. Lyse es fuerte y entrañable, sumamente creíble y humana, un grito lejano al historial de arquetipos cliché que atiborran la franquicia Final Fantasy.
Sorpresivamente, el apartado narrativo fue mejorado de forma casi exponencial. Como recordarás, Heavensward mejoró hasta que introdujeron actualizaciones de contenido con elementos de historia. Stormblood es diferente y empieza como un estruendo que ataca los sentidos y se mantiene interesante con la ayuda de artilugios dramáticos y explosivos en la forma de su sistema de misiones y calabozos que son parte de la experiencia de la expansión.
Desgraciadamente, Stormblood es una experiencia estricta y se siente como más de lo mismo; una muestra de la limitante estructura del sistema de juego que gobierna a los multijugadores masivos. Me refiero a que, para subir nivel al máximo, tienes que cubrir una cuota de misiones principales y un sinfín de misiones secundarias; en resumidas cuentas, las actividades de Stormblood consisten en visitar una locación en el mapa, interactuar con el personaje designado y regresar al punto de origen por tu recompensa. Lo único que salva al juego es que a veces el sistema de misiones se relaciona con el contenido narrativo que ofrece situaciones emotivas y explosivos encuentros contra jefes, pero en general, el resultado es un poco desabrido y puede llegar a ser aburrido en extremo.
Sin embargo, la experiencia para llegar al máximo nivel se combina con actividades como completar los nuevos calabozos y participar en combates de jugador vs. jugador. En cuanto a los calabozos, nos encantó la forma como el equipo desarrollador mejoró el sistema de combate durante las peleas contra los jefes y los calabozos son ambicioso y llenos de estilo. El resultado son enfrentamientos dinámicos repletos de momentos explosivos e inolvidables. Por otro lado, el componente PVP, jugador vs. jugador, cambió para ofrecer una experiencia disfrutable sin elementos frustrantes. El primer cambio radical dentro de este apartado es la ausencia de las habilidades de PVE (Player vs. Enviroment) y enseguida descubrimos que esta modalidad tiene su propio conjunto de poderes que ahora ocupan barras individuales. En resumen, podemos decir que el PVP es una actividad disfrutable, en parte porque después de participar recibes una recompensa de puntos de experiencia y porque el sistema de combate fue modificado para recompensar la habilidad en vez de la calidad de tu equipamiento.
Asimismo, esta expansión debutó bajo una actualización que revitalizó el apartado de combate con un ajuste de habilidades y nuevos elementos visuales que comunican con efectividad el estado de tu personaje. El resultado de esta revisión es satisfactorio y divertido porque la importancia que tenía la vigilancia de cooldowns específicos para cada clase se redujo considerablemente. Las animaciones y efectos visuales al conjurar hechizos de cada oficio fueron mejorados, lo cual da una impresión de unidad a cada una. De esta forma es factible que, si regresas después de una pausa de más de 6 meses e incluso años, encontrarás que tu clase favorita cambió completa y radicalmente.
Otra de las novedades dentro de Stormblood son los oficios de Red Mage y Samurai. El Red Mage ofrece un sistema de juego sumamente demandante, pero no menos divertido, pues es una clase que se diferencia del resto en el juego y otros arquetipos similares del género. La mecánica básica del Red Mage consiste conjurar hechizos y mantener un balance entre 2 barras de mana, uno negro y otro blanco, con el propósito de lanzar devastadores hechizos cuando una gema roja brilla en medio de ambas barras. El Samurai, por su parte, sigue una premisa básica de combos; cuando estos se conectan de forma satisfactoria, 3 emblemas indican el momento apropiado para utilizar un devastador ataque.
Ambos son adiciones interesantes al sistema de oficios, sin embargo, pensamos que saturan la oferta actual que sufre actualmente por la carencia de clases orientadas al soporte. De esta forma, no es raro encontrar colas de espera que superan 40 minutos (con suerte) para ingresar en un calabozo, lo cual perjudica la experiencia de juego para los usuarios que deseen experimentar estas clases.
Dentro de las adiciones completamente olvidables de la expansión se encuentra un elemento de exploración submarina. Este apartado ofrece algunas misiones secundarias que carecen del carisma y la calidad del resto del contenido principal. Uno de sus grandes defectos es carecer de elementos activos y atractivos, como combate. Por fortuna, este apartado es opcional, sin embargo, podemos esperar que se vea mejorado en el futuro con actualizaciones de contenido.
Por otro lado, Stormblood es toda una joya visual que tiene la capacidad de atiborrar tus carpetas locales con centenares de capturas de pantalla. Prácticamente, cada centímetro cuadrado del terreno de juego es una obra de arte que amerita ser inspeccionada brevemente antes de continuar tu aventura. Por mencionar un ejemplo de una locación en verdad asombrosa y de gran calidad visual, hablaremos de Kugane, un hub de misiones que se inspira en construcciones feudales de Japón, simplemente un deleite para la vista. Por otro lado, el apartado que continúa siendo la diferencia entre cualquier MMO y Final Fantasy XIV es la música. La parte visual se conjuga hermosamente con piezas musicales inspiradas en el lejano Oriente que pueden cambiar por baladas de piano. Podemos decir que Stormblood tiene una de las bandas sonoras más memorables que han acompañado un multijugador en línea.
El problema de Final Fantasy XIV es el mismo que sufren todos los títulos del género: la barrera invisible que impone el tiempo. Para disfrutar a plenitud lo que ofrece Stormblood es necesario invertir demasiado tiempo en misiones y contenido anterior, sin embargo, es una actividad que recomendamos siempre y cuando estés dispuesto a disfrutar las delicias narrativas de Stormblood.
Final Fantasy XVI: Stormblood nos dejó un buen sabor de boca después de disfrutarlo durante semanas enteras. La soberbia mezcla audiovisual, los cambios mecánicos acompañados por los jefes imponentes y estilizados, son una experiencia memorable e inmejorable dentro del género. Sin embargo, estos sentimientos se ven limitados por la estructura arcaica del sistema de juego, lo cual lastima los logros de la segunda expansión, Final Fantasy XIV y el género MMO.
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