Aún recuerdo mis primeros años con Age of Empires, en aquellos años inmemoriales el Internet era diferente a lo que se conoce ahora, para empezar utilizábamos arcaicos módems de 56kbps –y eso si eras una persona con recursos–. Jugar en línea era un sueño efímero que se entorpecía por el constante lag de una conexión tan mediocre, pero no importaba, los que se consideraban hardcore preferían cargar con maquina y monitor a espaldas, ir a casa de un amigo, reunirse en grupo y armar una LAN Party. Era una auténtica labor de pasión por jugar. Afortunadamente ya no es necesaria tanta complicación y la tecnología nos permite jugar con otras personas desde la comodidad del hogar.

Es lamentable que para Age of Empires, la fortuna no fuera tan favorable, pues Ensemble Studios cerró sus puertas hace un par de años, a pesar de su enorme dedicación al crear estos juegos de estrategia tan apasionantes, dando carpetazo a la franquicia, por lo menos en los términos que la conocíamos. Pero la llama no se extinguió, quedaron remanentes del estudio que formaron Robot Entertainment, un nuevo desarrollador a quien Microsoft le encargó la creación del nuevo Age of Empires –aunque luego cedieron las riendas a Gas Powered Games, los creadores de Dungeon Siege–, con un enfoque diferente para acaparar la atención del público casual.

Al igual que en las entregas anteriores de la franquicia, Age of Empires Online es una experiencia de estrategia en tiempo real, con un trasfondo histórico inspirado en los conflictos de imperios antiguos. Tú deber al jugarlo es liderar y construir un imperio, por medio de conquistas a otros pueblos, y al organizar trabajadores para recolectar los recursos básicos –y clásicos de la serie–: madera, comida, oro y piedra.

Como líder de una fuerza griega o egipcia, tu tiempo de juego comienza con la administración de la ciudad capital, y partir de ese núcleo para cumplir misiones, amasar riquezas y construir barracas, torres u otras edificaciones útiles para tu ejército. Por supuesto también debes edificar viviendas y granjas que alojen a los aldeanos y la fuerza laboral de tu reino. Estas características son conocidas por todos los veteranos, pero una vez más, el acercamiento del sistema de juego es para gente inexperta, y los tutoriales están diseñados para guiar hasta al más despistado. El inconveniente es que a pesar de la filosofía casual, no se trata de un juego sencillo, requiere de administración excesiva hasta en los más mínimos detalles, pues tendrás que ir de un edificio a otro haciendo actualizaciones, o revisando constantemente tu ejército, mientras repartes los recursos a la defensa de tu ciudad o de nuevos asentamientos, todo con el fin de cumplir con los objetivos de la campaña.

Y es que a diferencia de los clásicos Age of Empires, este título tiene más elementos de MMO y una gran influencia de The Sims, que esencia RTS. No es que sea malo, pero si buscabas una experiencia intacta de estrategia, no la encontrarás. La ventaja es que la mecánica se nutre de más elementos, pues la ciudad capital actúa como un personaje de masivo en línea; puede aumentar de nivel, tiene su propio árbol de habilidades que define el tipo de soldados en tu ejército, las navegaciones de tu flota, las tecnologías que puedes investigar y otros cambios para expandir tu imperio. Y por si fuera poco, puedes usar los materiales y planos esquemáticos que adquieras durante tus travesías para construir edificios nuevos –que no se encuentran en el repertorio de cajón– e ítems, permitiendo que tu modesto pueblo se convierta en una autentica sede de poder.