El primer juego de Professor Layton brilló porque su novedosa propuesta inyectaba vida e ingenio al género puzzle, pero tras 4 entregas similares entre sí parecía que la franquicia comenzaba a estancarse; afortunadamente, Level-5 tomó la esencia del concepto y la reinventó completamente en The Miracle Mask, la más reciente aventura de este arqueólogo británico que nos lleva a desenmascarar una vez más elaboradas conspiraciones, investigar fascinantes locaciones y disfrutar de una gran variedad de actividades que desafían el intelecto.

La naturaleza de los títulos de Professor Layton los hace parecidos, en cuanto a que todos presentan una interesante historia guiada por una narrativa envolvente, a lo largo de la cual se intercalan desafiantes acertijos que te mantienen entretenido durante horas. El diseño del formato lo hace un título para cierto tipo de público, por lo complicados que pueden ser algunos de los retos, pero con este episodio los autores se buscaron crear una experiencia más accesible, aunque de inicio parece lo contrario. Pero antes de entrar en detalles revisemos un poco del argumento, la columna vertebral que nos hace quedar fascinados por las aventuras de Layton.

La virtud de esta obra de Level-5 radica en lo bien contado de la trama. El tema central nunca varía: llegas a un lugar aquejado por algún enigma que conmociona a los habitantes y tras seguir una serie de pistas, das con el culpable; algo como las novelas detectivescas de principios del siglo XX, con fuerte influencia de Sherlock Holmes, y toques de identidad inspirados en las animaciones de Studio Ghibli. Es una mezcla extraña, pero que resulta perfecta para crear un concepto sólido y atractivo. En The Miracle Mask Layton y su séquito de seguidores (una asistente capaz de derribar bravucones con una patada y un joven aprendiz que puede hablar con animales) responden al llamado de una amiga de la infancia del profesor. Alarmada por un malhechor que está convirtiendo a la gente en piedra además de causar destrozos de muy diversos tipos en su ciudad Monte d’Or, metrópoli que por cierto es una versión británica de Las Vegas, Angela Ledore recurre al hombre que conoce mejor que nadie la solución al dilema, pues el villano de la historia porta una máscara que forma parte del pasado de Layton.

Sin revelar momentos clave de la historia, la premisa de The Miracle Mask se distingue de los demás juegos de Layton por dar constantes saltos al pasado, cuando el perspicaz protagonista no estaba tan interesado en los asuntos arqueológicos ni en la resolución de acertijos. Así, la dinámica de la aventura se mantiene siempre fresca y fluida ante la alternancia de historias, y la necesidad de resolver ciertos acertijos en una línea temporal para acceder a más contenido en el otro relato. No es propiamente un viaje en el tiempo, sino una remembranza que poco a poco ayuda a desentrañar los secretos de la historia. El mérito del juego, como el de sus antecesores, es presentar situaciones entrañables, recurriendo a personajes memorables y muy humanos, quienes viven con alegría, emoción o hasta drama, un sinfín de situaciones. Se trata de un cuento complejo cuya presentación visual ayuda a sentirse inmerso al instante, y cuya amena narración lo hace fácil de entender.

[p]Hablando de asuntos estéticos, otro de los aspectos clave que han dado identidad a todas las entregas de Professor Layton es la forma de plasmar personajes y escenarios, acertijos y actividades, siempre con un estilo caricaturesco que combina la tira cómica francesa con la personalidad del anime nipón. The Miracle Mask abandona las gráficas bidimensionales y dibujadas a mano de antaño para aprovechar las capacidades del 3DS y darle volumen a todo lo que ves. Personajes estáticos ahora tiene movimiento, expresiones dinámicas que denotan sus reacciones ante el diálogo, y que hasta realizan acciones dependiendo de la situación siguen anclados a la ventana de texto, y sus palabras rara vez están respaldadas por voz –lo cual es un punto negativo considerando la buena calidad del resto de los valores de producción–, pero al fin tienen vida. Lo mismo sucede con cada escenario, todos con profundidad en cada uno de sus detalles. Dicha presentación visual, complementada con frecuentes cinemáticos, contribuye a la excelente ambientación argumental, en especial por el balance existente entre fragmentos de la historia y resolución de acertijos.