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Afronté mi compromiso con SteamWorld Dig con escasas expectativas ―después de todo, cuando uno juega The Witcher: Wild Hunt, no quiere separarse de él―, pero justo mientras reflexionaba al respecto, me di cuenta que llevaba 5 horas jugándolo y ya era más de la 1:00 de la mañana, así de adictivo y bueno es este juego de plataformas y exploración, y la mejor parte es que también resulta barato, con lo cual sirve de ejemplo para una industria perezosa y desfalcadora que últimamente cobra mucho por contenido desangelado y escueto.
SteamWorld Dig es un juego de plataformas bidimensional, pintoresco y simple, donde la encomienda es abrirse paso por el fondo rocoso de un pueblo al estilo Western, recolectando minerales, haciendo frente a buena variedad de enemigos y explorando cavernas. La experiencia es directa, equilibrada y, en términos generales, justa, pues en ningún momento me sentí atrapado o avasallado por su dificultad.
La experiencia es directa, equilibrada y, en términos generales, justa
El argumento no tiene nada especial. Asumimos el rol de un robot minero de nombre Rusty (Oxidado), quien acude al polvoriento pueblo de Tumbleton en busca de su tío desaparecido. Lo anterior sirve de pretexto para adentrarse en una serie de minas sin fin con varias ramificaciones y para una aventura entretenida.
A diferencia de otros títulos de plataforma, en éste, tú haces el camino, pues el meollo del asunto está precisamente en emplear tu pico para excavar tierra adentro y descubrir los secretos que el subsuelo tiene para ofrecer ―la mayoría de las veces, hablamos de minerales, enemigos, ácido y agua, todo ello con una función―. Es factible regresar a la superficie en cualquier momento y eso brinda a SteamWorld Dig una flexibilidad que, sin ser precisamente equiparable a la de un mundo abierto, alimenta la curiosidad de un modo singular, mientras desciendes por las capas de tierra y te preguntas si en la siguiente caverna encontrarás un diamante, un barril de dinamita o algo más. Por si no bastara, como regresas por el mismo camino que tú cavaste, hay un factor estratégico: cava demasiado y no habrá sobre que saltar, hazlo muy poco y quizá dejes tesoros sin encontrar.
Pero lejos de explorar por explorar, SteamWorld Dig te pone a recolectar y vender lo que encuentras bajo tus pies, a fin de mejorar las herramientas de las que dispone Rusty, pues no todos los cubos de tierra son iguales y a menudo hace falta potencia adicional para superar ese obstáculo que se interpone entre tu robot y la salida o, mejor todavía, una piedra preciosa. Así que, en su trayecto, Rusty conoce algunos personajes del pueblo quienes están dispuestos a comprarles sus minerales y otros que le venden artefactos o mejoras. Es una economía simple y equilibrada. Mi recomendación, cuando menos al comienzo, es que inviertan en portales y dinamita.
Con el control en las manos, las mecánicas se sienten intuitivas y responsivas. Con A o X, saltas y oprimirlo repetidamente le permite al robot pegar pequeños brincos entre paredes para ascender por estrechos túneles ―más adelante recibes un salto extendido mediante una mejora de Rusty y después uno doble―. Otro botón sirve para picar, golpear o taladrar la superficie, dependiendo de la herramienta en turno, y uno más para usar accesorios, tales como linternas, escaleras, dinamita o hasta un portal de teletransportación sumamente útil para ahorrar tiempo o salir de situaciones complicadas. Como mencioné antes, vender los minerales que yacen en las cavernas, se traduce en dinero para mejorar el pico y hacerlo más incisivo, hacer el caparazón de Rusty más reciente o para comprar vida, taladro o hasta un puño neumático que pulveriza ciertos cubos de tierra en un parpadeo.
Podrán sacarle unas 7 horas a SteamWorld Dig
Sobra decir que existe un poco de backtracking, en otras palabras, la necesidad de ir y venir por los mismos caminos constantemente, pero las minas son amplias y la exploración lateral es abundante, y para cuando tu dedo comienza a quejarse, el juego está a punto de terminar. Pero sí, SteamWorld Dig es un juego de ir y venir, ya sea para vender los artículos que recolectas ―pues no te caben más―, porque se acabó el combustible de tu linterna y ahora andas a ciegas o porque simplemente porque te extraviaste y empleaste un portal para devolverte a la parte superior.
Si son de los obsesivos con la ordeña de juegos, podrán sacarle unas 7 horas a SteamWorld Dig, pero si no, en 5 horas habrán experimentado todo lo que el título tiene para ofrecer, incluyendo el jefe final que aunque ofrece cierta complejidad, no es ni por mucho algo desesperantemente retador. Los puntos de control pueden llegar a sacarles una que otra cana verde si no emplean los portales con astucia, pero mi experiencia al morir ―tengan por seguro que morirán más de una decena de veces― fue la de que el juego era relativamente justo, además, conforme progresas, llegar a cualquier punto de las minas se vuelve cada vez más sencillo porque los túneles ya están hechos; los enemigos, eliminados, y el mapa muestra claramente el camino.
Además de sencillos desafíos, donde resulta preciso saltar entre plataformas, separadas entre sí por picos o fosas de ácido, el juego brinda un repertorio de enemigos y aquí es donde radica una de mis pocas quejas con el juego: el combate. Hay adversarios variados que van desde puercoespines que hacen daño de área con espinas hasta armadillos petrificados, hillbillies con dinamita y más, el problema es que no existe una estrategia precisamente clara o particularmente eficiente para neutralizarlos, que no sea la de arrinconarlos y saturarlos de picotazos de martillo, de otro modo, van a pasar varios instantes correteándolos en línea recta con su taladro. Aquí de poco sirve saltar sobre ellos, e incluso puede resultar contraproducente. Una vez con el puño neumático, la cosa se torna más fácil, pero puede pasar tiempo antes de que tengan dicha herramienta.
Otro detalle que quiero mencionar que es al margen de su flexibilidad, existen áreas del juego donde por alguna razón resulta imposible usar las herramientas de las que dispones, como la escalera o la linterna. ¿Por qué? Pues por los calzones del desarrollador y resulta curioso pero también un poco irritante que el juego te diga que necesitas luz, cuando traes una lámpara pero no la puedes usar por motivos, en apariencia, aleatorios, que neutralizan las mecánicas de juego por breves e inexplicables lapsos.
La presentación del paquete completo es muy limpia y la dirección de arte es consistente durante todo el juego, brindando riqueza de escenarios, con diferentes estilos para las diversas cuevas y cavernas que conforman la estructura del título. Para ser honesto, la música pasó desapercibida. No es mala, sencillamente no hubo una tonada o acompañamiento que destacara lo suficiente en mi cabeza como para resaltarla en la reseña. Buena parte es música de ambientación para las tareas de exploración que efectúas durante el transcurso de la aventura.
No hay nada más que decir. SteamWorld Dig: A Fistful of Dirt es un juego simple, divertido y barato que cuesta solamente $9.99 USD y sirve como muy buena alternativa si quieren probar algo directo pero entretenido o descansar de la complejidad de algo como The Witcher: Wild Hunt ―como en mi caso―, sin por ello llegar al extremo de Candy Crush. No puedo decir que sea ideal si buscan una infinidad de contenido y diversión pero tiene la longitud exacta como para disfrutarlo un par de veces de principio a fin y sentirse satisfecho.
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