En el marco de su exposición durante la conferencia Develop, misma que se está llevando a cabo en estos momentos en Brighton, Inglaterra, el controvertido consultor financiero de la firma Wedbush Securities, Michael Pachter, declaró que hace algunos días comió con John Riccitiello, director general de Electronic Arts, y el ejecutivo supuestamente le manifestó su temor a perder el puesto debido a la debacle bursátil por la que atraviesa la distribuidora.
Almorcé con John Riccitiello la semana pasada. Me estaba preguntando por qué nadie quiere comprar sus acciones, relató Pachter. Está preocupado de ser despedido y preocupado por el punto tan bajo que han alcanzado esas acciones. Él no entiende qué es lo que está saliendo mal.
Según el analista, su respuesta para Riccitiello estribó en la longevidad de la presente generación, misma que vive el quinto año de un ciclo que debió ser de tres y la secuelitis [sic.] que aqueja a la línea de producción de títulos desde hace por lo menos un par de años, y a la cual Pachter hizo referencia ayer en un reporte para inversionistas.
Horas más tarde, el analista salió a aclarar al portal GamesIndustry.biz que si bien había sido citado correctamente, aquello de la preocupación de Riccitiello por ser despedido lo dijo a manera de broma, una que seguramente el director de Electronic Arts tendrá muy en mente la próxima vez que Pachter quiera invitarlo a comer.
Pero volviendo al meollo del asunto, lo curioso es que EA sigue recaudando enormes sumas de dinero anual por varios frentes, vaya, no enfrenta pérdidas y sin embargo el valor de sus acciones ha venido en picada por lo menos desde noviembre de 2011. Algunos especulan que quizá Mass Effect 3 no vendió como debería (menos de 5 millones de copias) y otros que The Old Republic demostró ser una inversión demasiado elevada, misma que no se ha podido recuperar. Lo cierto es que aquello de la secuelitis es muy cierto, no sólo EA, sino también Activision y THQ subsisten desde hace ya varios años de iteraciones de sus mismas franquicias, algo que definitivamente merma el interés de los consumidores por seguir comprando.
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