Has elegido C: Entrar a la cueva.
La única luz que mas o menos alumbra proviene de la hoja de una espada. La espada está clavada en una piedra blanca. En cuanto te acercas más, te das cuenta de que no es una piedra, sino un cráneo de una bestia de antigüedad incalculable, de apariencia reptil y con tres cuencas, como de un animal de tres ojos.
Observas la espada con detenimiento. Es al menos tan larga como tu brazo. La empuñadura es extremadamente sencilla, sin ornamentos. Tiene varios caracteres en la hoja, pero te son desconocidos y no tienes ni idea de lo que dicen.
Tomas la empuñadura con tus dos manos, y tratas de sacarla. Está pesada y al parecer atascada. La jalas con todas tus fuerzas y al fin logras extraerla. Poco después de eso, la hoja pierde su brillo, y te encuentras en la oscuridad.
Sin embargo, a lo lejos ves una salida de la cueva. Te diriges hacia allá, sales al aire libre (te lastima un poco el sol en los ojos) y te encuentras con:
Una aldea rural quemada y destruida.
No tienes ni idea de qué pasó. Pero los cadáveres tirados en el suelo tienen flechas clavadas. Caminas sin rumbo fijo entre las casas, o chozas, más bien. Algunas siguen en llamas.
De pronto oyes a un bebé llorar. Está tirado debajo del cuerpo de quién debió ser su padre. Te acercas a él y notas algo muy raro. No es un bebé humano, pues está cubierto de pelo negro y su cabeza parece la de un gatito. Llora muy débilmente, como si estuviera muriéndose.
De pronto te das cuenta de que tienes mucha hambre. No sabes cuándo fue la última vez que comiste. No sabes cazar y podrían pasar días antes de que encuentres algo para comer.
¿Qué haces?
A: Cuidar del bebé. Hacer todo lo que esté en tus manos para que sobreviva.
B: Poner fin a su sufrimiento y comértelo.
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¡Que tengan un excelente resto de su día!