Era el año de 1998 en la ciudad de Aguascalientes en el centro de un país llamado México. Un adolescente de tan solo 14 años trata de convencer a su padre para que le compre un videojuego que le gustaba mucho llamado: “Megaman X3”, después de una hora de tratar de convencerlo con palabras, el padre accede a las peticiones de su hijo y lo lleva a la tienda de alquiler de videojuegos para comprarle “el dichoso juego”.
Al llegar a la tienda el padre le pregunta al dueño que cuanto costaba el “megaman X3”, a lo que el dueño le responde unos 10,000 antiguos pesos que aproximadamente hoy en día serían 1,000 pesos. El padre asustado por el precio voltea a ver a su hijo, pero en ese momento ve la mirada de ilusión del adolescente y decide comprarle el juego a pesar del precio alto que le daba el vendedor.
En otra ocasión el hijo en la ciudad de Guadalajara en el Estado de Jalisco , Encuentra el juego que tanto estaba buscando en México y que hasta había buscado en el extranjero llamado: “Megaman X2” y pregunta por el precio al dueño de la tienda. El dueño le responde que 650 pesos, a lo que el muchacho corre entusiasmado a pedirle el dinero a su papá, el padre observa la misma mirada de ilusión y le da el dinero de inmediato.
Es así que el hijo empieza a coleccionar los videojuegos de “megaman” pues es su personaje de videojuegos favorito y empieza la búsqueda implacable de dichos cartuchos. El tiempo pasa y el hijo crece pero no ha dejado de lado su pasatiempo favorito que es coleccionar todo lo que tenga que ver con megaman, su obsesión es tal que inclusive su correo electrónico lleva el nombre de su personaje favorito y sus cuentas llevan el nombre de su personaje favorito.
Es tal su obsesión con megaman que se mete a estudiar ingeniero en sistemas para poder crear un robot parecido a megaman, desgraciadamente la vida le enseña lo dura que es con aquellos que no son buenos en matemáticas y por ende al ser bastante la presión se cambia de carrera para poder titularse algún día.
Pero en el joven la pasión por megaman sigue latente y sigue coleccionando las cosas de su héroe favorito, finalmente el joven se titula y consigue un buen trabajo.El amor nunca le sonríe al joven pero su amor hacia los videojuegos y megaman hacen que eso no importe, el seguirá coleccionando todo lo referente a su personaje favorito.
Es así que ahora el muchacho ya es un adulto y sigue coleccionando cosas de su personaje favorito aunque ya no existan sus juegos. El joven ha logrado reunir una gran colección de la cual hoy en día se siente satisfecho. El joven trata de conseguir trabajo en la industria de los videojuegos para dedicarse a lo que le gusta, nunca lo logra.
El Joven está satisfecho con lo que tiene pues tiene un buen trabajo que le da para seguir coleccionando las cosas que tanto le gustan y para comer bien. El joven decide ver su colección y se da cuenta que es bastante grande y le da gusto.
Un día consulta el precio de sus cartuchos que le compró su padre y descubre que esos 1,000 pesos del megaman X3 ya valen 10,000 pesos y que su megaman x2 vale 4,000 pesos.El joven reflexiona y se da cuenta que nunca podría vender dichos juegos, pues para él su valor sentimental es tan grande que jamás nadie podrá ofrecerle el suficiente dinero por ellos, es así que el joven guarda sus cartuchos en su repisa y recuerda con gusto como los consiguió.
Ese es el valor del coleccionismo que nos enseña el verdadero valor de las cosas, a lo largo de toda mi vida puedo decir que estoy orgulloso de haber logrado varias colecciones, se que algún día dichas colecciones se perderán y dejarán de existir. Sin embargo el hecho de tenerlas y poder palparlas con mis manos será un sentimiento que jamás podre describirle a otras personas.
Esos viejos juegos desgastados todavía me provocan ese sentimiento que tuve a los 14 años de emoción y satisfacción, es donde me doy cuenta que ha valido la pena vivir para coleccionarlos. Me he tardado 20 años pero ha valido la pena, a lo mejor nadie los valore como yo , pero tal vez como dice X al finalizar el primer megaman X solo el tiempo lo dirá.
Por cierto dejó fotos de lo que tanto me costó reunir desde hace 20 años.