A lo largo de su historia, el solsticio de invierno ha sido uno de las fechas que más importancia ha tenido para la humanidad. Varias culturas antiguas sabían de este momento en el que la noche es la larga del año y el día el más corto, iniciando así el invierno. Muchas de ellas incluso construyeron monumentos en su honor, siendo algunos de los más famosos los sitios arqueológicos de Stonehenge y de Nueva Grange. Los mexicas (erróneamente llamados aztecas) celebrabran el nacimiento del dios de la guerra Huitzilopochtli, los incas tenían el Inti Raimi, en honor a Inti, Dios del Sol. Los japoneses celebraban el resurgimiento de su diosa del sol, Amaterasu. Los celtas celebraban el Yule, en donde se celebraba a su dios del Amor y de la Fertilidad, Frey. Los persas tenían el Deygan, el solsticio de invierno, en donde las fuerzas de su equivalente al diablo, Ahriman, estaban en su apogeo, y el dia siguiente, Khore Ruz, era dedicado a su dios principal Ahura Mazda. Y la lista sigue y sigue y sigue.
Los romanos tenían unos épicos bacanales que conocían como Saturnales (en honor al dios Saturno), que se extendían desde el 17 al 23 de diciembre, aproximadamente. Eran días de fiesta en donde lo que estaba prohibido de pronto era permitido y donde la gente se regalaban los unos a los otros saquitos de nueces, velas o pequeños muñecos de arcilla. Los amos le daban canastas de regalos a sus esclavos, se suspendían temporalmente las actividades comerciales, se cerraban las escuelas, el Senado o los tribunales de justicia, se permitían todo tipo de juegos de azar y apuestas... Las festividades terminaban el 25 de diciembre con un gran sacrificio a Saturno.
Terminanos celebrando el nacimiento de Cristo en esa época por dos motivos. Para empezar, en el año 313 el cristianismo fue autorizado en Roma por Constantino I, dándole libertad de religión a los habitantes del imperio. Después, en el año 354, el Papa Liberio terminó aceptando a la antigua fecha del término de los Saturnales al 25 de diciembre, para imponer la religión cristiana a las costumbres paganas antiguas (cabe mencionar que en el siglo V se honraba no sólo a Saturno sino también a otros dioses, como el dios Mithra, cuyo culto fue traído desde Persia por los legionarios). Y así es como hasta ahora venimos celebrando esta fecha, que en realidad poco tiene que ver con la figura de Jesús y mucho con política, antiguos dioses, y la conquista espiritual de un imperio entero.
En realidad el 25 de diciembre es un día con muchísima historia detrás. Casi se puede sentir el peso de los siglos... no, de los milenios que carga detrás, de generaciones tras generaciones de seres humanos congregados para celebrar esta fecha tan especial. ¡De igual manera, te deseo unos felices saturnales, y un próspero Deus Sol Invictus! Que te la pases de pocamadre.