¿Eres dueño de tus videojuegos favoritos y tienes control sobre ellos? En la actualidad, los desarrolladores son quienes dictan el futuro de esas experiencias, incluso aquellas por las que ya pagaste. Es una realidad aterradora cada vez más común en la industria del gaming. Como jugador y consumidor que invierte dinero y tiempo en esos productos, debería importarte.
Da igual si compras un título en formato físico o digital, si lo pruebas a través de algún servicio como Xbox Game Pass o si lo descargas gratis gracias al modelo free-to-play. Siempre existe la posibilidad de que mute a lo largo de los meses o de un día para otro. Es ingenuo pensar en que los cambios siempre son para bien. Sin duda, estamos frente a una perspectiva preocupante.
Es un tema que debes tener en cuenta cada vez que gastes dinero en skins y DLC. Pero vamos por partes.
El lado oscuro de los parches
En una época en que muchos juegos debutan con problemas, las actualizaciones se convirtieron en una luz de esperanza; una forma de salvar lanzamientos desastrosos. Proyectos infames como No Man’s Sky, Fallout 76 y muchos más resurgieron gracias a parches que eliminaron los inconvenientes técnicos y agregaron nuevo contenido.
La mayoría de los updates ofrecen mejoras, corrigen errores e introducen cambios que buscan enriquecer el título, pero hay otros que tienen el efecto contrario y merman la experiencia general.
Aunque esa idea resulte difícil de creer, la historia ya demostró que los parches tienen el potencial de empeorar un videojuego y llevarlo a la ruina. Es una problemática presente en el medio desde hace muchos años, pero cada vez es más común debido a la normalización de las actualizaciones periódicas.
Un año después de su lanzamiento, Ghostwire: Tokyo recibió a través de una actualización el sistema antipiratería Denuvo, que es infame por afectar el rendimiento en PC. Esto provocó que muchos fans que ya lo habían comprado experimentaran problemas técnicos. Este ejemplo es apenas la punta del iceberg.
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¡Sorpresa! Llegaron las microtransacciones
Por supuesto, un título puede empeorar de varias maneras tras la implementación de uno o más parches, pero las más molestas son aquellas que afectan directamente tu bolsillo.
Seguro recuerdas casos como Star Wars: Battlefront II o Middle-Earth Shadow of War, donde los desarrolladores eliminaron y modificaron las microtransacciones debido a la reacción violenta de los jugadores. También ocurre al revés; es decir, estudios que agregan nuevas opciones de monetización vía parches.
Es normal que los planes y las metas cambien, incluso cuando el juego ya está en el mercado. Lo que digo es que modificar el sistema de monetización a través de actualizaciones siempre se percibirá como un golpe bajo, especialmente cuando también se altera el núcleo de la experiencia para potenciar el nuevo modelo de negocio. La implementación de micropagos después del estreno parece una acción malintencionada para eludir los comentarios negativos en las reseñas iniciales de la prensa y los fans.
Uno de los casos más polémicos en años recientes es el de Gran Turismo 7, la última iteración del popular simulador de PlayStation. Hasta el día del lanzamiento, Polyphony Digital habilitó los micropagos, lo que ocasionó que la prensa no pudiera hablar de ese sistema en sus reviews.
Los jugadores se sintieron traicionados por la inclusión repentina de microtransacciones, y la situación fue para peor con el estreno de parches que aumentaron el precio de los automóviles y redujeron la cantidad de créditos que otorgan las carreras. La comunidad enfureció y Gran Turismo 7 pasó a ser el juego de Sony peor calificado en Metacritic.
Ésta es una práctica presente en la industria desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, Forza Motorsport 6 debutó en septiembre de 2015 con buena recepción. En aquel momento, los micropagos brillaban por su ausencia. ¿Qué pasó? En noviembre, los desarrolladores agregaron los Tokens, una divisa que se obtenía con dinero real. Tras las críticas de los fans, el director del proyecto defendió las microtransacciones y afirmó que eran opcionales.
Sin duda, los casos más graves son aquellos en los que los desarrolladores fallan a su palabra e insultan la confianza de los fanáticos. A continuación, un par de ejemplos.
En 2015, los desarrolladores dejaron en claro que Payday 2 no tendría microtransacciones. Poco después, el diseñador principal David Goldfarb reafirmó esa promesa. ¿Qué pasó? En 2017, el juego multijugador de temática criminal se actualizó y obtuvo micropagos. Algo similar ocurrió con Crash Team Racing Nitro-Fueled, que recibió compras in-game a pesar de las promesas de Activision.
Hay más casos como estos, pero enumerarlos todos es imposible y reiterativo. Lo importante es resaltar cómo las decisiones corporativas y malas ideas pueden afectar juegos que ya están en el mercado y a los jugadores que los compraron. Esto es común debido a los parches que facilitan la implementación de ajustes.
Con esto en mente, ¿volverás a confiar en la palabra de los desarrolladores?
El parche más infame en la historia de los videojuegos
Es momento de analizar de manera breve uno de los casos más controversiales que demuestran cómo los desarrolladores pueden echar por la borda la filosofía y estructura que hacen especiales a sus proyectos.
Star Wars Galaxies fue un MMORPG desarrollado por Sony Online Entertainment y publicado por LucasArts. Debutó en 2003 y ganó mucha popularidad entre los fanáticos de la franquicia y los jugadores en general. Sin embargo, un parche infame lo cambió todo, y fue el inicio del fin.
Los jugadores podían despertar la Fuerza y convertirse en Jedi, pero primero tenían que realizar actividades especiales y cumplir con una serie de criterios. ¿Cuáles? ¡Era imposible saberlo! De esta manera, las personas empezaron a jugar como otros personajes y asumieron roles mundanos como médico, comerciante y más. Para un sector de la comunidad, ese era el encanto del MMO.
Todo cambió en 2005. A través de una actualización, los desarrolladores eliminaron el sistema original de profesiones, introdujeron una guía que indicaba a los jugadores cómo desbloquear los poderes de la Fuerza y modificaron el combate. Estos ajustes enfurecieron a los fans, y las suscripciones empezaron a disminuir a partir de ese momento.
El 15 de diciembre de 2011, Star Wars Galaxies apagó sus servidores. 6 meses después, el presidente de Sony Online Entertainment reconoció que tomó “decisiones estúpidas” con respecto a la actualización. En 2021, el director creativo Raph Koster y el productor ejecutivo Richard Vogel catalogaron al parche de 2005 como “el más infame en la historia de los videojuegos” y afirmaron que los encargados de marketing fueron quienes impulsaron la idea de agregar más elementos de la Fuerza y los Jedi.
Experiencias del momento y dinero en el aire
Ahora, es posible que encuentres paralelismos entre lo que sucedió con Star Wars Galaxies y lo que pasa actualmente con muchos títulos del mercado. Eso es normal, pues la naturaleza cambiante de los juegos como servicio obliga a los desarrolladores a lanzar actualizaciones constantes para mantener la experiencia fresca.
Un caso interesante es el de Call of Duty: Warzone, título gratuito que debutó a inicios de 2020. Durante los primeros meses en el mercado, recibió elogios de los jugadores y rápidamente se convirtió en uno de los pilares del género Battle Royale.
Los problemas empezaron con el lanzamiento de Black Ops Cold War. Aunque el Battle Royale era una entidad separada, Activision tomó la decisión de cambiar el mapa e introducir las armas del nuevo título de la IP. Los ajustes sentaron mal a la comunidad.
Tras el lanzamiento de Call of Duty: Vanguard en 2021, el Battle Royale volvió a mutar y se convirtió en CoD: Warzone Pacific, una nueva versión que introdujo un mapa inédito y más novedades. El nuevo escenario, los problemas técnicos, el balance terrible de armas y más inconvenientes hicieron que el título colapsara y la comunidad lo abandonara.
Una serie de parches y malas decisiones provocaron que un título popular perdiera su atractivo y a su comunidad. Ante esto, los desarrolladores tiraron todo por la borda e iniciaron desde 0 con Call of Duty: Warzone 2.0. Incluso Infinity Ward y Raven Software confesaron que cometieron un error grave.
Tras el lanzamiento de la secuela, el Battle Royale original pasó a llamarse CoD: Warzone Caldera y aún está disponible. Sin embargo, el próximo 21 de septiembre dirá adiós y cerrará sus servidores de manera definitiva. A partir de ese momento, será imposible jugarlo… se convertirá en polvo digital.
Activision confirmó que será imposible trasladar los skins de CoD: Warzone Caldera a la secuela. Esto quiere decir que miles de fanáticos del free-to-play tiraron dinero a la basura en trajes y demás items cosméticos que nunca podrán recuperar. ¿Eres tú uno de ellos?
Ahora, ¿con qué cara la compañía te venderá los costosos paquetes de skins en sus nuevos juegos? ¿Qué pasa con el dinero que invertiste? ¿Volverás a confiar, incluso si sabes que todo lo que compres puede desaparecer en unos años cuando los desarrolladores lo decidan? La incertidumbre es uno de los inconvenientes más graves y prominentes de los juegos como servicio. Y sí, las actualizaciones son parte del problema.
Un futuro en constante cambio
Casos como estos abundan y dejan en evidencia lo endeble que son los juegos en la actualidad, especialmente aquellos con un gran énfasis en las modalidades online. Overwatch, Fall Guys, Rocket League y Destiny 2 nacieron como títulos premium, pero mutaron y ahora son propuestas free-to-play. Por supuesto, la transición de un modelo a otro implicó toda clase de cambios de diseño y monetización. Para bien o para mal, estas experiencias nunca volverán a ser las mismas.
Desde hace años, se habla de la preservación en la industria del gaming. Pero, ¿qué sucede con esos títulos que están en constante cambio? Ahora, es imposible jugar las versiones originales de Fortnite o Apex Legends, por ejemplo. ¿Cómo es posible resguardar su legado? Al final del día, son propuestas que viven el momento, y en un puñado de meses o años serán muy diferentes.
Al final del día, este debate arroja luz sobre un problema que va más allá de las actualizaciones que agregan microtransacciones invasivas o herramientas que merman ligeramente el rendimiento. Demuestra el poco control que tiene el usuario sobre los juegos que compra y consume, independientemente del formato físico o digital.
Un parche, una transición de temporada o un cambio de modelo de monetización puede alterar por completo el núcleo general de un juego. Y ya ni hablar del cierre de servidores, que implica que todos los artículos digitales que compraste en esos juegos desaparezcan. Como consumidor que invierte dinero y tiempo en esas experiencias, lo único que puedes hacer es compartir y expresar tu descontento en redes y foros. Es una realidad que aceptas desde que firmas los términos y las condiciones.
Al final del día, tus videojuegos favoritos están a merced de las decisiones de los desarrolladores, lo que es un problema grave. ¿Acaso la incertidumbre será el futuro del gaming?
Disfruta tus juegos preferidos mientras puedas… quizás en un par de años sean muy diferentes o, en el peor de los casos, desaparezcan para siempre.
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