Te doy la bienvenida una vez más a #ViernesRetro, espacio en el que hablamos de esos juegos de antaño que han dejado huella en nuestro andar gamer. Hoy hablamos de una entrega que tiene un lugar muy especial en mis recuerdos, no sólo en cuanto a videojuegos se refiere, sino en cuanto a mi vida.
Una de mis tías, en uno de sus viajes a Estados Unidos, les trajo a mis primos un Nintendo Entertainment System con varios cartuchos. Entre ellos, destacó uno del que mi prima aseguró no saber nada, pero que fuera dorado ya era motivo suficiente para catalogarlo como un buen juego. A decir verdad, la caja y el cartucho con ese acabado tan característico llamaron mi atención, pero el título terminó por engancharme irremediablemente: The Legend of Zelda. Recuerdo haberme quedado mirando por varios minutos ese escudo plateado con un corazón, una llave y algo que parecía un león o algún otro tipo de felino. Además, con mi entonces muy limitado inglés pude entender que la caja contenía mapas y estrategias. En ese momento no le di mucha importancia a ese detalle, pero más adelante esos recursos se convirtieron en algo indispensable.
Tiene historia
Mis amigos y yo teníamos la costumbre de decir que un juego contaba con historia cuando, al no presionar START, algo distinto a un demo aparecía en la pantalla. The Legend of Zelda contempla la existencia de una fuente de poder inigualable que se llama Trifuerza. Cada una de sus 3 partes representa un atributo: poder, fuerza y sabiduría. Ganon, el más malo de los malos, robó la parte que representa el poder, mientras que Zelda rompió la suya —la de la sabiduría— en 8 partes para evitar que Ganon le pusiera las manos encima. Tu tarea, como Link, es recuperar esas 8 piezas y rescatar a Zelda, quien fue secuestrada por los secuaces del Príncipe de la Oscuridad.
Además de la historia, en la secuencia de presentación aparece toda la lista de ítems con los que te encuentras durante la aventura, así como un mensaje al final que te recomienda ir al manual para encontrar más detalles. Supongo que Nintendo pensó que los ineptos jugadores de occidente simplemente no íbamos a poder con el juego, ya que incluyó muchos tips en el manual, lo cual no era nada común. Es más, la primera sección del índice se llama “Pistas para destruir a Ganon”. Así de directo. Al final, puedes encontrar la guía completa para completar los primeros 2 calabozos, aunque no se compara con el Curso Nintensivo de Club Nintendo. Otro detalle que es de llamar la atención es que el manual llama rubíes a las rupias, que son la moneda de Hyrule.
¿De una sentada? Ya no más
The Legend of Zelda fue uno de los títulos más largos de su tiempo. Es más, tiene una segunda aventura en la que los calabozos y los aditamentos cambian de lugar. Por ello, es posible guardar tu progreso en la memoria interna del cartucho (a la cual nos referíamos como batería interna) para regresar más tarde. El manual aclara que la duración de esta batería es de 5 años, pero estoy seguro de que dura mucho más que eso. The Legend of Zelda fue el primer juego de consola que incluyó la posibilidad de guardar el progreso.
La opción de guardado de verdad se agradece, ya que en aquel tiempo no te quedaba de otra más que explorar y experimentar con lo que se te ocurriera. Algunos personajes te dan pistas, pero tienen una redacción muy extraña, además de que se trata de traducciones del japonés al inglés. Como ya sabemos, la localización de aquellos tiempos era muy deficiente. Recuerdo específicamente una pista que me tuvo pensando durante mucho tiempo. En un punto del mapa encuentras a un anciano que te da una carta y te dice: muéstrale esto a la anciana. Ok. ¿Cuál anciana? ¿Cómo le muestro la carta? ¿Para qué es? Después de un tiempo entendí que se refería a varios lugares en los que aparece una anciana que te vende pociones para recuperar energía.
Una de las pistas más famosas es la de “a Dodongo no le gusta el humo”, la cual te revela que la única forma de eliminar a este jefe es por medio de bombas. The Legend of Zelda tiene muchos textos que con el tiempo se volvieron clásicos, como “¡Es peligroso ir solo! Toma esto”, “es un secreto para todos” o “la península más al este es el secreto”. Por un lado, la verdad es molesto no saber qué hacer, pero por otro es un reto interesante que te obliga a investigar. Digamos que el propio juego te da todas las herramientas para descubrir los secretos, pero vaya que te hace sufrir.
Ahora, ¿para dónde?
Una de las cosas que más se dice de este primer episodio de la leyenda es que fue uno de los primeros títulos de mundo abierto de la historia. El juego empieza en medio de una tierra de fantasía llamada Hyrule. Tienes completa libertad de ir a donde quieras y explorar a gusto, aunque el juego tiene un candado que no te permite enfrentarte a Ganon sino hasta tener todas las piezas de la Trifuerza. En el caso de Breath of the wild, por ejemplo, es posible enfrentar a tu archienemigo desde el principio.
Cada una de las 8 piezas que debes encontrar está escondida en sendos calabozos dispersos por todo Hyrule. El mapa es una cuadrícula de 8 pantallas de alto por 16 de largo. Para los estándares actuales puede sonar como un espacio muy pequeño, pero este primer Hyrule tiene mucho que ofrecer, además de que sentó las bases para las partes siguientes de la saga. Hay quien dice que el mapa de Breath of the wild estuvo inspirado en esta primera versión.
Además del espacio para explorar, se destaca la cantidad de objetos con los que cuentas para tu aventura. Algunos son muy sencillos de conseguir a cambio de unas cuantas rupias, pero otros están ocultos ya sea en el overworld o dentro de algún calabozo. Este es otro aspecto en el que The Legend of Zelda sentó un precedente, además de ofrecer una pantalla de inventario muy accesible y con información muy concreta. En ella puedes ver cuántas piezas de la Trifuerza has recuperado, así como los objetos que tienes junto con una indicación de que debes usarlos con el botón B. Dentro del cuadro están los objetos utilizables, mientras que arriba del mismo se encuentran aquellos que automáticamente te dan alguna habilidad o ventaja, como el anillo azul con el que recibes menos daño o el brazalete con el que puedes mover rocas.
Gracias a las muchas horas que le dedicamos mis amigos y yo, así como a la comunicación con otros amigos, primos y demás jugadores con los que compartíamos tips y estrategias, finalmente pudimos conquistar la primera aventura. Para ese momento ya sabíamos que si a tu personaje le pones como nombre ZELDA, puedes empezar directamente en la segunda aventura, pero nuestro código de etiqueta gamer no nos permitió saltarnos la primera experiencia. Esta segunda vuelta fue un reto de verdad, ya que la información que teníamos de ella era casi nula. Recuerdo que uno de mis amigos consiguió un mapa, no sé en dónde, en el que se describía con textos que apenas se alcanzaban a leer, la ubicación de los calabozos y de algunos aditamentos como los corazones de energía, por ejemplo.
Ese mapa, a pesar de su baja calidad de impresión, nos ayudó muchísimo a avanzar en nuestra jornada. Recuerdo que descubrí por casualidad que, durante esta segunda aventura, es posible atravesar ciertas paredes en los calabozos. Me sentí como pavorreal cuando compartí esto con mis amigos, porque además nos abrió nuevos horizontes en la exploración de los distintos niveles.
Jugar esta nueva aventura y terminarla me dio una gran satisfacción. Se llevó muchas horas, días de búsqueda, ensayo y error, frustración y triunfos. Fue como jugar otro juego. Era muy decepcionante saberte un experto en la primera vuelta para después darte cuenta de lo incapaz que eras para la segunda. Todo está en otro lugar, así que era como empezar desde cero en muchos sentidos.
Música como no se había escuchado antes
The Legend of Zelda rompió el molde en muchos aspectos, incluyendo su apartado auditivo. Esta fue la primera ocasión en la que escuchamos ese famoso himno de la pantalla de inicio compuesto por Koji Kondo que se convirtió en referente de toda la industria. Lo mismo sucedió con la melodía del overworld, que incluso cobró más fama e importancia que la primera.
Quizás se deba a que son los dueños de la pelota, pero la gente de Nintendo supo sacarle mucho jugo a las capacidades del NES en cuanto a la experiencia auditiva del usuario se refiere. Además de las 5 piezas musicales, las cuales se mantuvieron en los muchos títulos subsecuentes, se dieron a conocer algunos efectos de sonido que también se volvieron estandartes, como aquel que se escucha cuando descubres algún secreto o el que se activa cuando tomas un objeto. Aquí el soundtrack completo.
La intención original de Kondo era utilizar el Bolero de Ravel como tema principal de The Legend of Zelda, pero los derechos se vencían en una fecha posterior al lanzamiento del juego, por lo que no fue posible usar ese material. El compositor de cabecera de Nintendo tuvo que componer la fabulosa melodía en tan solo un día. Me pregunto qué hubiera podido producir de haber tenido más tiempo. Con esto queda de manifiesto el extraordinario talento del buen Koji.
¿En dónde lo puedo jugar actualmente?
Uy, ¿por dónde empiezo? Además de su versión original en el NES o Famicom, ya sea dorada o gris, lo puedes encontrar en:
- NES Classic Edition
- Nintendo Switch Online
- Consola Virtual de WiiU ($61.99 MXN)
- Consola Virtual de Nintendo 3DS ($61.99 MXN)
- The Legend of Zelda Collector’s Edition (GameCube)
The Legend of Zelda es una de las franquicias más representativas de Nintendo. Tan es así que uno de sus títulos está considerado entre los mejores de la historia: Ocarina of Time. Link pronto trascendió y tal vez no supere a Mario, pero sí es uno de los personajes más importantes no sólo para la Gran N, sino para la industria en general. Me da mucho gusto que con A Link Between Worlds y Breath of the wild se haya rescatado el modo de juego abierto a la exploración y al descubrimiento. No me quejo de lo lineal, pero está padre que no sólo puedas ver el mundo, sino que lo puedas conocer a placer.
Espero que te haya gustado esta entrega de #ViernesRetro. Recuerda que esperamos tus comentarios en los nuevos foros de este sitio y en nuestras redes sociales. Nos leemos en el próximo #ViernesRetro.
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