Majora's Mask: la Ocarina de la nostalgia

Todos usamos máscaras


Cuando todavía estábamos con el frenesí de Ocarina of Time y pensando que no saldría un nuevo Zelda por lo menos en 5 años, Nintendo nos sorprendió con una nueva entrega recién llegado el nuevo milenio. Proveniente de una especie de apuesta entre Aonuma y Miyamoto, The Legend of Zelda: Majora’s Mask hizo su triunfal aparición en octubre del 2000 en nuestro continente.

¿Una expansión de Ocarina of Time?

Una de las primeras cosas que pensé cuando supe de la existencia de este título fue: claro, Ocarina tuvo tanto éxito que ya sacaron la continuación. Aunque estéticamente se asemeja mucho a su predecesor, Majora’s Mask se cuece aparte. Las cosas no empiezan bien para el Link niño que fue devuelto a su tiempo por Zelda al final de la aventura anterior: Skull Kid le roba la ocarina y a Epona. Debes ir tras él y en esta persecución te das cuenta de que estás frente a una entrega de la saga que se sale de lo convencional. De buenas a primeras, Skull Kid, poseído por la máscara de Majora, te convierte en un Deku. Con la posible excepción de A Link to the past cuando recién llegas al mundo oscuro sin la Moon Pearl y te conviertes en conejo, podría decirse que esta fue la primera vez que Link se transformó en algo más.

Un título con lugar propio
Un título con lugar propio

En Ocarina ya habíamos conocido las máscaras, pero en esta ocasión toman un papel protagónico. Hay por lo menos 3 que son parte fundamental de la aventura: Deku, Goron y Zora. Me parece que fue una muy buena estrategia de los desarrolladores, ya que se trata de personajes que ya conocíamos, por lo que tener la oportunidad de “ser ellos” resulta muy atractiva. Con estos elementos conocidos pero vistos desde una perspectiva diferente, Majora’s Mask se gana un lugar propio en los anaqueles de la gran N, distinguiéndose como una propuesta oscura y misteriosa pero también con una narrativa muy profunda que, por lo menos hasta ese momento, no se había visto en un Zelda.

En busca de la sanidad

Desde el principio nos damos cuenta de que Link está sufriendo, no sólo por la pérdida de sus cosas, sino por las dudas que empieza a tener cuando Navi lo deja en el Templo del Tiempo al final de Ocarina of Time. Después de su desafortunado encuentro con Skull Kid, llega a Términa, tierra que funciona como un depósito de angustias, pero también de redención. Link en esta ocasión no sólo será el héroe que salve el día, sino un instrumento de sanación para todos los habitantes de esta especie de limbo fantástico. Por si eso fuera poco, una gran luna se perfila amenazadoramente sobre Términa y al cabo de 3 días se impactará con ella destruyéndola por completo. El vendedor de máscaras, de quien Skull Kid robó la Máscara de Majora, está especialmente preocupado por la inminente catástrofe, tanto así que le da a Link el mismo plazo de 72 horas para recuperar sus pertenencias y la preciada máscara. Como siempre, las tareas del héroe no sólo se reducen a recuperar estos objetos, sino que debe buscar sanar el corazón y el alma de los personajes que va encontrando. Entre las melodías que se aprenden durante la aventura existe una que precisamente se llama Canción de Curación. Tal es su poder que no sólo es capaz de sanar personas, sino también objetos.

Link se involucra con los personajes como nunca antes
Link se involucra con los personajes como nunca antes

Me hubiera encantado tener ese recurso en mi vida real en la época en la que jugué Majora’s Mask por primera vez. Contraje una infección gastrointestinal bastante fuerte, además de que me encontraba en la famosa encrucijada de la vida, decidiendo qué iba a ser de mí al dar el salto a la adultez. Fueron tiempos duros, por lo que este título tiene un valor especial para mí, ya que no sólo me cautiva por lo que es, sino que a través de su atmósfera oscura y melancólica me hace recordar esos momentos y cómo salí de ellos. Podría decir que, de alguna manera, Link también me sanó. Si, La, Fa, Si, La, Fa, Si, La, Mi, Re, Mi.

El famoso modelo de Kübler-Ross

Ya se ha dicho y el mismo Aonuma ha confirmado que la historia de Majora’s Mask es una representación de las etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. La gente de la Ciudad Reloj parece no estar preocupada por la gran luna que flota sobre ellos; el rey Deku está furioso y quiere matar a un mono por tener la idea equivocada de que secuestró a su hija; Darmani no termina de admitir su muerte y busca la manera de seguir vivo a través de una máscara; los Zora se enfrentan a la pérdida y todo su reino está hundido en el desaliento y, finalmente, algunas hipótesis dicen que Link está muerto y que su paso por Términa representa el trayecto hacia la aceptación de su deceso. En este video puedes ver la teoría desarrollada más a detalle.

El encanto que yo veo aquí es que la forma en la que está contada la historia deja muchas ventanas abiertas; es decir, puede haber distintas interpretaciones y eso enriquece mucho el metajuego.

Hyrule, pero no

Como ya lo decía, en Términa podemos encontrar muchos elementos que irremediablemente nos remiten a Hyrule. Personajes con nombres distintos pero aspecto casi idéntico, un rancho que bien podría ser una extensión del famoso Lon Lon y un overworld que en proporción es de menor tamaño que su antecesor, pero que es mucho más minucioso. Majora’s Mask podría parecer pequeño; es más, es el Zelda con menos dungeons de toda la saga, pero es claro que los desarrolladores no querían que nos quedáramos con un vacío, por lo que abarrotaron Términa con detalles, misiones secundarias y secretos que hacen de esta entrega igual o mejor que el aclamado Ocarina of Time. Parece mentira que un Zelda sin Zelda tenga este impacto y una base de fans tan sólida. Términa, al igual que Hyrule, es un personaje más, testigo de la travesía en busca de la sanidad física y emocional de las personas que lo habitan.

Los 2 enamorados

Algo que no quiero dejar de mencionar es la historia de Anju y Kafei. Entre todas las que conocemos en Majora’s Mask, para mí es la más emotiva. Debo confesar que al principio me dio un poco de flojera llevar a cabo todos los pasos, pero cuando vi el resultado, creo que hasta las de cocodrilo se me salieron. Todo se conjuga perfectamente, ya que el desenlace de este telenovelesco drama se da justamente al final del tercer día, cuando el reloj está muy cerca de llegar a cero. Además de la historia principal, se trata de uno de los momentos más especiales. Esta historia de amor es una muestra de todo lo que se atrevió a hacer Majora’s Mask, ya que no era una tarea nada fácil ser “el que sigue del mejor”. A pesar de ello, los escritores y desarrolladores supieron darle la vuelta y abrir paso a una experiencia que, al más puro estilo de Nintendo, nos ofrece algo nuevo dentro de lo ya conocido.

Parece que a Kafei no le gusta sonreír en las fotos
Parece que a Kafei no le gusta sonreír en las fotos

En ocasiones llegué a pensar que el destino de Majora’s Mask era convertirse en una de las ovejas negras de la franquicia (junto con The Adventure of Link), pero resultó ser un digno exponente de la gran leyenda, aunque la princesa que le da nombre a la misma en esta ocasión no aparezca. Por cierto, al igual que su antecesor, la mejor manera de jugarlo actualmente es en el Nintendo 3DS. La versión original es muy regañona, sobre todo en lo que se refiere a guardar el progreso, además de que requiere el uso del Expansion Pak del Nintendo 64.

¿Qué piensas de Majora’s Mask? ¿Crees que es igual de bueno o incluso mejor que Ocarina of Time? Cuéntame en los comentarios.

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