Mi historia comienza con una introducción que el jugador está obligado a ver. La voz de un tal Dan Owsen anuncia que el último Metroid está en cautiverio y que la galaxia está en paz, pero tengo mis dudas. Expongo los detalles de mis hazañas anteriores mientras quien tiene el control en las manos presiona los botones con ansiedad porque ya no puede esperar más para empezar. Puedo ver su impaciencia a través del visor de mi casco. Justo cuando me ataca un mal presentimiento, recibo una llamada de auxilio. Es aquí cuando noto que mi entorno es diferente: los colores son más vivos y mis movimientos más precisos, pero la atmósfera es de soledad y desolación. Todos están muertos, aunque percibo una presencia que me espera entre las sombras.
Finalmente encuentro al último Metroid, pero al querer rescatarlo descubro que está en las garras de Ridley, el líder de los Piratas Espaciales. ¿Para qué lo querrá? ¿Por qué mató a todos para llegar a él? ¿Se llamará Ridley por el director de cine, Ridley Scott? Son muchas preguntas y no tengo tiempo de responderlas, así que debo ir tras el reptil alado y recuperar al pequeño Metroid. Apenas logro escapar de la colonia espacial y me dirijo al Planeta Zebes, lugar
donde Ridley tiene escondido al misterioso ser que se acercó a mí como un niño perdido en mi aventura anterior. No puedo decir que me siento contenta de regresar, pero debo reconocer que el planeta se ve mucho mejor que antes.
Cuando aterrizo y dejo mi nave, noto inmediatamente lo inmersivo del entorno. Puedo escuchar una sutil tonada que sólo genera más suspenso en combinación con la tormenta eléctrica que desciende sobre Crateria. Me siento más ágil que nunca. Hago pruebas con el cañón de mi brazo y me doy cuenta de que puedo disparar en 8 direcciones. Cruzo algunas puertas y, después de bajar por un elevador, llego a un lugar que parece muy familiar. La Morphing Ball debe estar por aquí. ¡Sí, lo sabía! Pienso que, si quiero encontrar al Metroid, seguramente tendré que enfrentar a Ridley, por lo que debo reunir un buen arsenal, así que busco algunos misiles. Nada más para no dejar, me hago bolita (me encanta hacerme bolita) y suelto algunas bombas. Descubro que ahora son más potentes y no sólo me sirven para detonar cosas, sino también como impulso para llegar a lugares muy altos.
Encuentro algunas puertas de color rosa, las cuales abro sin problema con misiles, pero pronto descubro algunas de otros colores, lo que me confirma nuevamente que el planeta que yo conocía ha cambiado, así como la forma de explorarlo. Es como navegar en un espacio familiar y extraño a la vez. ¿Qué debo hacer para cruzar esas puertas? No sólo yo me hago esa pregunta, sino también quien me controla desde allá afuera. Creo que compartimos el presentimiento de que ésta será una gran aventura para ambos.
Después de explorar Crateria por un rato, llego a Brinstar. ¿De dónde viene esa música? Es tan buena que seguramente la compusieron Kenji Yamamoto y Minako Hamano. Son unos maestros. Me motiva a seguir buscando y descubriendo lo que este planeta tiene preparado para mí. Me enfrento ahora a una peculiar criatura vegetal que me lanza esporas y, cuando logro derrotarla, encuentro mi primer súper misil. Parece ser que en estos tiempos todo es súper. Pronto descubro que las puertas verdes se abren con súper misiles y así me abro paso a lugares que no conocía. Libro mi primera gran batalla con Kraid y obtengo un traje con el que aguanto altas temperaturas sin perder energía. Según esto, se llama Varia Suit, pero a mí me suena más como a barrier suit.
En Norfair el ambiente es muy caluroso. Después de explorar un poco puedo saltar más alto y encuentro unas bombas especiales que me ayudan a abrir las puertas de color amarillo. Aunque sé que requiere un esfuerzo mayor de mi parte, me gusta la idea de buscar más herramientas para defenderme y tener acceso a todas las zonas del mapa. Hablando del mapa, para una vista rápida sólo debo mirar hacia la esquina superior derecha de la pantalla, pero si quiero verlo completo, debo esperar que quien me controla presione START. Lo mismo sucede si quiero ver mi equipo. Me encanta esa pantalla en la que aparezco acá bien pro luciendo todos los artefactos que voy encontrando, me parece muy intuitiva y clara. Todo el diseño me parece fenomenal y no puedo esperar a descubrir las zonas azules del mapa que aún no conozco. Hay mucho trabajo por hacer y alguien me dijo que si lo hago en menos de 3 horas, algo pasará. Me pregunto qué será eso tan especial. También me llama la atención que las zonas exploradas sean rosas y las no exploradas azules. ¿Tendrá algún significado?
El nuevo planeta Zebes es tan grande y lleno de pequeños detalles que no me pesa tener que regresar a áreas que ya había recorrido para encontrar cosas nuevas. Disfruto cada centímetro y cada vez que encuentro un ítem y escucho esa icónica fanfarria, sé que debo seguir adelante hasta lograr mi objetivo. Ya hasta tengo un gancho con el que puedo colgarme de ciertas superficies. Supongo que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Gracias a esa adición a mi inventario puedo llegar a una nave abandonada en la que no puedo guardar mi progreso porque no hay energía eléctrica; pero no me desanimo y continúo hasta que consigo reestablecerla tras derrotar a Phantoon. ¡Ouch! Hay cables sueltos. Mejor será que me aleje de ellos porque mi traje es puro metal. Lección aprendida. Cuando todavía no termino de alardear por tener el Varia Suit, encuentro otro mucho más padre: el Gravity Suit.
Mi nueva adquisición es indispensable en Maridia, la región acuática de Zebes. Si no lo tuviera me movería como si trajera los bolsillos llenos de piedras. Para derrotar al jefe de esta nueva área, Draygon, al mequetrefe que me controla se le ocurre dejarse capturar y luego engancharse a una toma de corriente. Obviamente la experiencia no es nada agradable y siento ganas de dirigir mi cañón hacia él, pero reconozco que la técnica funciona porque Draygon es historia en unos cuantos segundos. Supongo que no pain, no gain. Vaya que hay ganancia, porque el juguetito que recibo después de la batalla es ni más ni menos que el Space Jump, con el que puedo saltar todo lo que quiera y atravesar ciertos terrenos con más facilidad.
Ahora es momento de regresar a Norfair para saldar una cuenta pendiente. Hasta ahora he vivido cosas inolvidables, escuchado magnífica música, explorado mundos llenos de personalidad y atención al detalle y descubierto habilidades que nunca pensé tener, pero debo concentrarme en mi meta, en aquello que le da sentido a mi regreso a Zebes: ese pequeño Metroid que me ve como su madre. La región sur de Norfair es más agresiva y peligrosa de lo que pensaba. Me encuentro con los enemigos más fuertes hasta ahora, incluso con un par de seres que aparentemente son invulnerables, pero a quienes finalmente les tomo la medida y salgo avante. Ahora estoy cara a cara con mi archienemigo, pero esta vez nuestro enfrentamiento es muy distinto porque estoy preparada y mucho mejor armada que la última vez que nos vimos. Debes pagar, Ridley, debes pagar. Siento una gran satisfacción al verlo derrotado, pero descubro que mi misión en Zebes aún no termina. Es momento de volver a Crateria.
Desde que inspeccioné por primera vez ese lugar, noté un área que decidí dejar pendiente. Debe ser importante, así que me dirijo a ella y me topo con un cuarto en el que se levanta una especie de escultura formada por figuras que representan a cada uno de los 4 jefes que he derrotado hasta ahora. Pierden el color una por una, el suelo se abre y se me otorga el acceso a Tourian, lugar en el que tengo la firme esperanza de encontrar al Metroid. Por cierto, odio que me llamen Metroid. De verdad entiendo la molestia de Link cuando le dicen Zelda. Una esforzándose por hacerse de una imagen y la gente no ayuda. En fin, a lo mío.
El clímax se acerca y creo saber a lo que me voy a enfrentar en esta zona del soberbio pero hostil planeta Zebes. Casi puedo sentir la sudoración en las manos de quien me controla. Entiende que juntos estamos llegando al final de nuestras andanzas. Tourian es una región con avance lineal que está infestada de Metroids que obligatoriamente deben ser derrotados con misiles. Por fortuna hay un par de cápsulas de guardado y un punto de recarga de energía que me viene muy bien, sobre todo después de haber tenido un encuentro un tanto desafortunado con el ya no tan pequeño Metroid que me dejó casi sin energía. Como si todos los recuerdos evocados al moverme por este planeta no fueran suficientes, me encuentro una vez más frente a frente con Mother Brain. Sí, el mismo ente a quien vencí en mi primera aventura que, a decir verdad, no se veía, ni se jugaba, ni se sentía tan cautivadora como ésta.
Le propino casi toda mi reserva de misiles y, cuando pienso que ya todo terminó, Mother Brain muta en un enorme monstruo que no duda en dispararme y hacerme gran daño. El combate parece perdido cuando, de forma inesperada, aparece mi Metroid y, colocándose en la cabeza de mi enemigo, drena toda su energía para después restaurar la mía. Cuando todavía me estoy recuperando, Mother Brain se repone y comienza a dispararle al Metroid hasta que, en un momento tan épico como devastador, termina con su vida. Con su último residuo de energía, me da el Hyper Beam, el arma más poderosa del juego. Descargo toda mi furia contra el espantoso engendro y lo derroto con facilidad. Siento el impulso de hacer un high five con quien me controla, pero es muy temprano para celebraciones: la secuencia de autodestrucción de Zebes se ha activado y debo escapar en menos de lo que canta un gallo. Un gallo espacial, por supuesto.
Sin lugar a dudas, acabo de vivir la más emocionante y memorable aventura de mi vida.
Estoy viviendo los momentos más frenéticos de mi misión. Siento mi corazón y el del que me controla latiendo al unísono. La alerta retumba en todo el planeta y contribuye al estrés y desesperación que ambos sentimos. Después de correr, saltar y derrotar a varios enemigos, logro encontrar un pasaje de conexión con Crateria y me apresuro hacia mi nave. A pesar del apuro, me tomo un tiempo para rescatar a unos amigos que conocí durante mi jornada. Quiero que ellos también se salven y espero llegar a verlos otra vez algún día. Por fin llego a mi nave y de un rápido salto la abordo y escapo de Zebes. Sin lugar a dudas, acabo de vivir la más emocionante y memorable aventura de mi vida. Al volar fuera de la órbita del planeta que explota, alcanzo a contemplar la cara de satisfacción y orgullo del que me controla. Buen trabajo, amigo. La operación fue completada exitosamente y… ¡en menos de 3 horas! Creo que ha llegado la hora de descubrir cuál es ese premio del que tanto me han hablado, no sin antes ver los créditos y sentir un profundo agradecimiento para cada una de las personas que hicieron posible esta auténtica obra de arte con la que entré con bombo y platillo al territorio de los 16 bits. Difícilmente viviré de nuevo algo tan especial, tan profundo y hecho con tanta dedicación y cariño.
Bueno, ya, el premio. ¿Qué es? ¿Qué pasa? ¿Es en serio? ¿Tengo que hacerlo? Está bien, pero sólo porque me siento muy orgullosa de haber protagonizado, junto con quien me controló, esta inolvidable hazaña. Nos vemos en la siguiente misión, la cual veo complicado que supere a ésta. La vara ha quedado muy alta.
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