Wolfenstein: El Lado B de la historia

Desmenuzando la historia real, MachineGames creó una saga que crea una realidad alternativa donde los nazis dominan el mundo


En el mundo de los videojuegos es normal encontrar propuestas basadas en la historia universal. Por ejemplo, series como Call of Duty o Battlefield tienen entregas que retratan la realidad de la guerra. También hay casos como Age of Empires o Assassin’s Creed, que han logrado convertirse en nuestros maestros favoritos de historia gracias al trabajo y talento de sus desarrolladores.

Si bien ese tipo de perspectivas son geniales y han entregado experiencias que llevamos muy cerca de nuestro corazón, la industria de los videojuegos es mucho más, y quienes trabajan en ella, además de tener una gran creatividad, muchas veces no se quedan satisfechos con retratar la realidad y prefieren buscar el Lado B. Estas personas pasan horas desmenuzando, eligiendo y utilizando elementos de la realidad para crear una cara alterna que nos diga mucho sobre la realidad. Una versión que sólo puede ser encontrada por aquellos que deciden ver más de lo palpable y entonces juegan con el “¿qué hubiera pasado si...?”.

Uno de los ejemplos más claros es Wolfenstein, legendaria franquicia de Muse Software que actualmente está en las manos de MachineGames y Bethesda Softworks. La serie nació como un puñado de narraciones imaginarias relacionadas con la Segunda Guerra Mundial, pero las entregas más recientes dieron un paso extra para explorar un Lado B que cambia por completo la historia de la humanidad y, en consecuencia, la cultura de la segunda mitad del siglo XX.

Wolfenstein New Order: La historia desde otra preceptiva

En 2014, MachineGames y Bethesda Softworks lanzaron Wolfenstein: The New Order, un reinicio de la franquicia que marcó una nueva cronología, separada de lo que id Software y otros estudios habían hecho en las 2 décadas pasadas. Aquí, los jugadores de nuevo calzan las botas de "B.J." Blazkowicz, a quien sólo le queda unirse a una resistencia y darlo todo con tal de acabar con el nuevo régimen mundial.

Se trata de una premisa muy interesante, pero para contarla de manera efectiva el estudio necesitó invertir muchos recursos y también mucho tiempo de desarrollo, pues el objetivo era crear un mundo completamente nuevo en el que los nazis y la cultura alemana tienen una enorme influencia en todos los aspectos de la vida de prácticamente el planeta entero. Es decir, no bastaba desarrollar una historia nueva; después de todo, la Segunda Guerra Mundial dio forma a la sociedad mundial actual, así que era necesario reinventar nuestra realidad y encontrar su Lado B.

¿Cómo crearon un nuevo mundo que se sintiera auténtico pese a ser completamente ficticio? Prestando atención a los eventos reales, triturándolos, tomando algunos fragmentos y construyendo con ellos un mundo igual de complejo que el real, pero… bueno… alternativo. Por ejemplo, si exploras The New Order a profundidad encontrarás un periódico con la noticia de la inauguración del puente de Gibraltar en 1957. En el universo de Wolfenstein, esta estructura ficticia es el equivalente a todos los enormes puentes que Estados Unidos erigió ese mismo año y que se consideraban muestras de la civilización más poderosa del mundo.

Otro ejemplo es uno de los documentos que habla sobre Die Käfer, una inexistente banda pop de los años 60 que funciona como espejo de fenómenos culturales como The Beatles o The Monkees. MachineGames sabe que las palabras a veces son insuficientes, así que se atrevieron a explorar más profundamente y con Mike Gordon crearon temas musicales que podrías encontrar en cualquier colección de vinilos vieja (o actual), pero claro, estaban en alemán y servían como propaganda política para un orden mundial distinto al que conocemos.

Wolfenstein II: llevando a los Nazis a América

El Lado B que MachineGames propuso en The New Order encantó a los jugadores y a la crítica. Muchos la alabaron por tomar una franquicia clásica para traerla de vuelta de una manera fresca, pero en especial por su inmersiva historia alternativa. El estudio sueco sabe que no hay que arreglar lo que no está roto, y por eso creó una secuela con la misma línea, pero ahora mostrando lo que sería un Estados Unidos con un ejército derrotado y como algo muy diferente a la nación más influyente del más reciente par de siglos.

El resultado es Wolfenstein: The New Colossus, juego que debutó en 2017 y que está disponible en todas las plataformas de actual generación. Aquí volvemos a tomar control de Blazkowicz, quien en esta entrega funge como una de las principales fuerzas que buscan iniciar la Segunda Revolución Estadounidense.

La versión de Estados Unidos en The New Colossus muestra a un país invadido por las fuerzas nazis, de modo que la identidad estadounidense se forjó, entre otras cosas, a partir de la destrucción del Monte Rushmore, y una industria fílmica y de comunicación controladas por los invasores y que funcionan como máquinas propagandísticas.

Aquí el ejemplo son los programas de televisión, que solamente tienen una finalidad: que la población de Estados Unidos rechace sus ideas pasadas y esté a favor de los objetivos del fascismo. Todos sabemos cómo funcionan e influyen sobre nosotros estas industrias para introducir e implantar ideologías, así que en The New Colossus vemos que incluso la alimentación de los estadounidenses es completamente diferente a la que conocemos.

Este universo alterno es tan terrorífico que ser un miembro del Ku Klux Klan ¡es visto como algo normal! Leíste bien, en un Estados Unidos invadido por los nazis, este grupo de racistas puede expresar su odio sin ningún miedo e incluso se llevan muy bien con las autoridades; claro, siempre y cuando hablen alemán.

Además de pintar un mundo que preferimos evitar hasta en nuestras peores pesadillas, Wolfenstein II también nos muestra el Lado B de los personajes de acción de los videojuegos. En juegos de este tipo ―en especial los shooters de la escuela de id Software― estamos acostumbrados a controlar a tipos rudos que son infalibles y que no le temen a nada; sin embargo, en The New Colossus vemos a un Blazkowicz que ya falló y eso lo dejo destruido, por lo que nos muestra una cara más vulnerable en la que salen a flote sus traumas más profundos. Con esto también se vuelve un héroe mucho más humano y uno con el que es más fácil conectarse.

Wolfenstein: Youngblood: una nueva cara para los 80

Un par de años después del estreno de The New Colossus, MachineGames buscará deleitar a su público con Wolfenstein Youngblood. El FPS debutará en julio y, por el momento, desconocemos los detalles de los temas que tratará, pero la premisa de entregar el Lado B de la historia seguirá presente y seremos parte de la cultura de los años 80 generada a partir de la victoria de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los elementos con mayor potencial de Youngblood es que, para variar, aquí no controlaremos a BJ Blazkowicz, sino a sus hijas gemelas: Sophia y Jessica. Esto quiere decir que, además de conocer más sobre la versión alterna de los años 80, tendremos la oportunidad de explorar personajes que nacieron en una realidad que siempre ha estado dominada por los nazis. Así pues, podremos ver si esta nueva versión de la Generación X tiene los mismos ideales, gustos y sueños que los reales. También, será una buena oportunidad para aprender un poco más sobre este grupo de personas.

Wolfenstein: el Lado B de la historia

La nueva serie Wolfenstein es una prueba de que existen muchas maneras en que los videojuegos pueden llevarnos a conocer, comprender y hasta reflexionar sobre nuestro mundo y la realidad que construimos. Como hablamos al principio, hay un montón de juegos históricos que nos dejan conocer a profundidad sobre sucesos históricos; sin embargo, propuestas que exploran el Lado B como Wolfenstein nos permiten comprender y procesar un lado oculto que, aunque esté frente a nosotros, es difícil que lo veamos con claridad.

Con esta saga, MachineGames creó una realidad que, aunque está dominada por nazis, no es muy diferente a la nuestra. Sí, tal vez es un mundo mucho más brutal y oscuro, pero las similitudes son claras con elementos como la propaganda y la influencia cultural. De este modo, es una franquicia que buscó una cara escondida de la realidad y la contó de una forma que atrapó la atención de todos.

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