SOPA o el fin de Internet como lo conocemos

Legislación estadounidense con repercusiones globales


La industria del entretenimiento tiene un enorme enemigo a vencer: la piratería. Para ello, desde hace varios meses se debate en el Congreso y el Senado de Estados Unidos un par de controversiales iniciativas, las cuáles atacarían al sistema que hace posible la existencia y proliferación de material copiado ilegalmente: el Internet. De aprobarse SOPA (Stop Online Piracy Act, o la iniciativa por detener la piratería online, por sus siglas en inglés), nuestra forma de utilizar el Internet cambiaría definitivamente. En este artículo revisaremos cuál es la lógica detrás de SOPA, quién lo apoya, quién está en contra y cómo afectaría nuestro uso de la red, aunque no vivamos en Estados Unidos.

Una SOPA amarga

En pocas palabras, SOPA es una serie de leyes que establecen un marco legal para el contenido disponible en Internet dentro de Estados Unidos. Este marco funcionará como un filtro, censurando a los sitios que publiquen contenido con copyright. El principal objetivo es detener la piratería de películas, canciones, imágenes, software y todo tipo de contenido de acceso gratuito en línea, con lo que, a decir de sus entusiastas, dejarían de perderse millones de dólares al año por el abuso de los piratas.

Christina Gagnier: la tecnología es más avanzada que las leyes
Christina Gagnier: la tecnología es más avanzada que las leyes

Aunque detener la piratería es un objetivo necesario y loable para las compañías, mecanismos como SOPA no son los más adecuados, debido a que muchos sitios legítimos (es decir, que no producen ni distribuyen material pirata) se verían afectados por las regulaciones.

Según Christina Gagnier, experta legal del Huffington Post, el sistema legal ha quedado muy atrasado en cuanto a tecnología se refiere. Términos como “piratería”, “copia”, “remix” o “cover” se confunden fácilmente, haciendo que la interpretación de la ley sea sumamente puntillosa. De aprobarse, SOPA blindaría la información que entra y sale de Estados Unidos, de un modo parecido al que los gobiernos de China, Siria, Corea o Cuba filtran su acceso a Internet desde hace años.

Leyes estadunidenses con impacto global

El hecho de que SOPA o PIPA (Protect IP Act, o iniciativa para la protección de propiedad intelectual, por sus siglas en inglés) sean leyes generadas y aprobadas en Estados Unidos no evita que su aplicación afecte a usuarios de todos los países. He aquí lo que puede hacer SOPA en la práctica:

  • 1. Ordenar a los proveedores de Internet que alteren los servidores DNS para que no completen solicitudes de sitios web extranjeros que alojen copias ilegales de videos, canciones, fotografías, software, etc.
  • 2. Obligar a motores de búsqueda como Google a modificar los resultados que arrojan las búsquedas para excluir aquellos sitios web extranjeros que alojen material ilegal.
  • 3. Hacer que proveedores de pagos en línea como PayPal corten los fondos de tales sitios.
  • 4. Hacer que servicios como AdSense de Google no acepten fondos para publicidad de sitios que alojen material ilegal en el extranjero.

Estos lineamientos se añaden a leyes previamente aprobadas. Por ejemplo, los dominios terminados en .com, .net y .org ya están contemplados en la jurisdicción estadunidense, por lo que bajo SOPA podrán ser inhabilitados desde Estados Unidos si existe una demanda por violación de derechos de autor contra ellos, sin importar las leyes locales del país de origen del sitio.

SOPA autorizaría vigilancia sobre los hábitos de navegación de los usuarios
SOPA autorizaría vigilancia sobre los hábitos de navegación de los usuarios

Teoría y práctica de la SOPA

Para el Departamento de Justicia de Estados Unidos, la aprobación de SOPA implicará que un sitio como The Pirate Bay -con sede en Suecia- deje de ser visitado por el público de Estados Unidos, haciendo automáticamente que las ventas de DVD o Blu-ray originales aumenten, que la gente vuelva a ir al cine, compre CD, descargue música legalmente y compre software original. Aunque esto suena muy bien en teoría, el problema es que SOPA afectará también a sitios como YouTube, Google o Facebook, responsabilizándolos potencialmente por el contenido generado por sus usuarios. Sin contar, además, que las prácticas de consumo de entretenimiento han cambiado: hay días en que no quieres ir al cine, sólo quedarte en casa y poner Netflix.

En la práctica, la estructura actual de SOPA forzaría a los sitios a autocensurar el contenido publicado por sus usuarios. Eso significa nada de links en foros, nada de imágenes con derechos de autor, nada de canciones, ni covers, etc. Hemos visto que leyes como la Iniciativa Digital de Derechos Reservados del Milenio (DMCA, por sus siglas en inglés) puede forzar a sitios como YouTube a quitar un video cuando el poseedor de los derechos de autor presente una queja. Incluso bajo esa ley hay abusos (como cuando videos caseros son retirados de la red porque se escucha una canción popular de fondo), pero con todo, parece una solución mucho más civilizada que SOPA. La DMCA no criminaliza los sitios siempre y cuando demuestren que actúan "de buena fe"; SOPA no le daría el beneficio de la duda a los sitios ni a los usuarios.

Del mismo modo, Facebook podría ser multado por cada link de sus usuarios, ya se trate de fotos, videos, notas o comentarios donde se utilicen materiales protegidos por copyright. Pero el ejemplo más radical podría ser Google, el mayor motor de búsqueda del mundo: si SOPA se aprueba, Google podría ser multado por cada liga a material con copyright que arroje una búsqueda.

SOPA no permitiría navegar los sitios más cotidianos
SOPA no permitiría navegar los sitios más cotidianos

Futuro de SOPA... y del Internet como lo conocemos

Actualmemente, el Congreso y el Senado estadunidenses se encuentran en receso invernal. Durante su última semana de actividades, grupos opositores a SOPA (integrados por compañías como Google, Yahoo!, Facebook, Twitter, YouTube, eBay, LinkedIn, Zynga y Mozilla, entre otras) solicitaron que la propuesta sea revisada por un comité de expertos en tecnología que pueda determinar el impacto del bloqueo de DNS en servidores ubicados en Estados Unidos en el funcionamiento del Internet en el mundo. Estas compañías temen también que al “censurar” el funcionamiento de las páginas web en Estados Unidos, las innovaciones tecnológicas sean llevadas a otros países.

El resultado de estas resoluciones (que por la alta influencia de la iniciativa privada tienen más bien el carácter de “negociaciones”) seguirá discutiéndose a principios de enero. Aunque SOPA no sea aprobada, la propuesta rival lleva por nombre OPEN Act (Online Protection and Enforcement of Digital Trade, por sus siglas en inglés), una iniciativa que dejaría de lado las redirecciones de DNS, pero aún trataría de cortar los fondos de sitios que infrinjan los derechos de autor. PIPA, por su parte, será discutido luego en el Senado si el Comité Judiciario aprueba la propuesta inicial. La pelea por el Internet apenas comienza.

¿Y si escucháramos a Newell?

Gabe Newell, director y cofundador de Valve (dueño además de la plataforma más grande de descargas digitales en Internet, Steam), se refirió recientemente a la piratería, específicamente sobre el caso de Rusia, uno de los países que produce más copias ilegales en el mundo.

Newell enfocó el problema como uno de distribución más que de precio: si la piratería nos enseña algo es que el entretenimiento es un bien que genera interés en todos los estratos sociales, en casi cualquier país del mundo; la entrada de Steam en Rusia está demostrando que la piratería no es un asunto de precio, sino de servicio.

El que leyes como SOPA o PIPA desarticulen el Internet como lo conocemos sólo demuestra que se están protegiendo los intereses de las compañías que producen entretenimiento sin escuchar el punto de vista de los usuarios y consumidores. El caso de Steam, una vez más, demuestra que el usuario sólo desea acceso al contenido, pero que es tarea de los distribuidores y creadores lograr que ese contenido esté disponible en su territorio a un precio justo. Una de las funciones principales de la piratería es la distribución; a decir de Gabe Newell, si los distribuidores hicieran un mejor trabajo, la piratería no tendría razón de ser.

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