Los juegos olvidados de 2011

Títulos impresionantes que recibieron poca atención


Este año fue realmente abrumador, uno de los más intensos en temporadas recientes debido a la apabullante cantidad de lanzamientos de calidad y propuestas envolventes; a menos que dejaras de comer, te privaras de dormir o en ocasiones hasta abandonaras tus necesidades de oxígeno, era literalmente imposible jugar todas y cada una de las ofertas a tu disposición y mucho menos terminarlas. Por otro lado y como sucede cíclicamente, incontables exponentes pasan desapercibidos y terminan por sumergirse en el abandono, empolvados en el olvido, sepultados bajo propuestas más recientes o simplemente de mayor bagaje. Es probable que conozcas algunos de estos juegos mientras de otros quizá no hayas escuchado ni su nombre; al final, fueron objeto de desprecio o cruel falta de atención. Sea por mala publicidad o desinterés, todos pasaron injustamente inadvertidos, y decimos injustamente porque en muchos casos tienen altos valores de producción y ofrecen excelente entretenimiento y experiencias memorables. Si por fin acabaste los juegos taquilleros de la temporada o sencillamente quieres extender tu colección, tenemos algunas recomendaciones que estamos seguros no te arrepentirás de probar.

  • Outland

A menos que estén bajo los reflectores, es difícil considerar cada propuesta lanzada en las tiendas virtuales de PlayStation Network y Xbox LIVE o WiiWare, y entre ellas, algunas son ofertas genéricas que por más entretenimiento que ofrezcan no proponen algo nuevo y otras son plenamente irrelevantes. La historia de Outland es otra, una que se escurrió entre los anuncios del dashboard o se perdió en los mensajes de bienvenida tras la crisis de hackeo que doblegó a Sony, cuando realmente se trata de un producto que merece la atención de los entusiastas de los títulos de plataforma y de todo aquel que busque algo con tintes de originalidad.

Tal vez no sea genuinamente innovador, pero la inspiración que toma está sustentada en una fórmula provocativa, pues mezcla lo mejor en cuanto a exploración de Castlevania: Syhmphony of the Night y Metroid, agrega una pizca de cambios en código de color propios de Ikaruga para combatir enemigos y resolver acertijos, y por último da el toque de sazón con una estética contrastante entre negros intensos y vibrantes colores que resulta reminiscente a Shadow of the Colossus con cierto aire tribal. Es una combinación extraña, que en manos de un desarrollador con menos visión hubiera terminado como horrorosa quimera; por fortuna el resultado destila personalidad y luce increíble con animaciones fluidas y arte único. Outland es un festival de sombras que sin duda capturará tu atención.

  • Ace Combat: Assault Horizon

¿Por qué alguien podría dejar pasar al más reciente sucesor de la mejor franquicia de aviones? Definitivamente los jets supersónicos pasaron de moda para mucha gente o al menos dejaron de ser interesantes, pero la razón por la que Ace Combat pasó frente a nosotros sin que lo viéramos es que nunca fue muy publicitado, ni siquiera en sus inicios. Sin embargo, mala comercialización no significa baja calidad, y en esta ocasión es todo lo contrario, pues Assault Horizon es un despliegue de explosiones y diversión en la plenitud de los cielos. No necesitas tener una fijación por los vehículos aéreos para enamorarte, la audacia pura de las peleas de perros, la épica banda sonora y la increíble variedad de misiones son suficientes para cautivarte y hacerte dejar de lado cualquier otra propuesta similar.

Si tuviéramos que hacer comparaciones, este sería el Battlefield 3 –o el Modern Warfare 3– del aire. Fuertes declaraciones, pero inevitables, pues nada se compara con volar vertiginosamente entre rascacielos, descargando una tormenta de balas contra naves enemigas, enmedio del caos y la destrucción. La historia es superficial, justo como la de sus homólogos shooter, pero se compensa con el absurdo nivel de acción entre las gélidas regiones del mundo o al hacer peligrosas maniobras de tonel para sobrevivir a las más cruentas condiciones de batalla.

  • The Sims Medieval

Los simuladores podrán apelar muy poco al jugador promedio, pero es un hecho que cuando se trata de la audiencia casual, capturan la atención al por mayor; puede parecer irónico porque requieren mucho tiempo y dedicación y exigen una entrega desmedida. El mejor ejemplo siempre será The Sims, que a modo de Big Brother, nos permite ser deidades de los pobres seres virtuales y en el impulso voyeur por controlar sus vidas, siempre surge un extraño entretenimiento que en cualquier otra propuesta sería imposible.

A pesar de que los hijos de Maxis y Will Wright venden en cantidades industriales, casi todos son una reutilización del mismo concepto, con actualizaciones mínimas para una personalización más completa, pero que a efecto práctico resulta en la misma experiencia. Así, entre disfraces y cambios estéticos, The Sims Medieval fue un auténtico intento por reinventar la franquicia, no sólo al trasladarnos a un ambiente que abandonó la actualidad urbana para abrazar la fantasía medieval, sino al introducir más elementos a la mecánica de juego, que a modo de RPG, permitía a tu avatar involucrarse en misiones, cumplir objetivos de mayor relevancia y mejor aún, participar en actividades interesantes con otros Sims. La nueva dirección de concepto y favorecer un público aún más casual, no fue del agrado de muchos fieles seguidores de la serie, y fuera por la estética similar a infinidad de propuestas en el mercado o el rechazo antes mencionado, no recibió la misma atención que el resto de sus hermanos.

  • Child of Eden

No es secreto que a pesar de las bondades revolucionarias del Kinect y las posibilidades que ofrece, pocos títulos han tomado ventaja de su uso dejándonos ante una sucesión de propuestas burdas y poco memorables. Además de Kinect Sports, ningún otro juego ha sido artífice del dispositivo como Child of Eden, que a expensas de ciertas modificaciones es un irrevocable sucesor espiritual de Rez, levantándose como una secuela indirecta que hereda el estilo gráfico y lo enriquece con un festival de luces brillantes y atractivos colores.

Pero además de hacer feliz a un solo jugarlo, gracias a su énfasis de relajación y extraña combinación con estímulos tántricos, la música puede transportarnos a lugares inusitados de la imaginación, evocando una magia musical eufórica. Hacer referencias de libertad en cuerpo y mente, así como un respiro de creatividad son explícitamente deliberadas, pues mirar a alguien jugar esta brillante propuesta seduce a probarlo, y justo validando el slogan en casi cada juego para el sensor de movimiento de Microsoft, en verdad Child of Eden se juega mejor con Kinect, al ofrecer una experiencia realmente incomparable, posible gracias sólo a la eminente inventiva de Tetsuya Miziguchi.

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