Pasado, presente y futuro de Nintendo

Supongamos por un breve instante que Nintendo no hubiera encontrado cabida en la industria de los videojuegos y la influencia de Shigeru Miyamoto junto a su colección de memorables franquicias estuvieran ausentes, y además, pensemos que cada una de sus consolas lanzadas en el transcurso de tres décadas, se desvanecieran de la historia. La industria del pixel, expresado sin miramientos, sería completamente diferente, y sin arrebatarle mérito al talento de incontables desarrolladores, es posible que no tuviera su actual impacto, lo que nos dejaría ante una forma de entretenimiento defectuosa e informal. Afortunadamente, la realidad se desarrolló para llegar a ser como ahora la conocemos y el ámbito de los juegos de video se levanta como uno de los más importantes, recaudando ganancias anuales mayores que la industria cinematográfica, posición privilegiada que no hubiera alcanzado sin la presencia de este gigante japonés, empresa que durante años ha brindado entretenimiento digital con altos valores de producción y por supuesto, atestado de figuras carismáticas.

Decir que Nintendo alteró el curso de la historia de este negocio resulta provocativo y hasta altisonante para ciertos detractores, pero más allá de presentar la influencia de sus creaciones como evidencia, fue con aportes de innovación e ideas vanguardistas que inyectó frescura en la escena del pixel. Y es que los precedentes parecieran apuntar a que lleva inscrito en su código genético la necesidad de explorar nuevos horizontes, pues desde sus inicios en 1889, las mentes en la dirección de esta productora han aprovechado oportunidades, incursionando en territorios que otros ni siquiera consideraban.

De inicio humilde a conquistador

El significado del término japonés Nintendo es algo como “echar la suerte al cielo”, por lo que resulta irónico que la empresa comenzara su trayectoria elaborando barajas. Previo al siglo XX, el País del sol naciente mantenía una prohibición de uso de juegos para apuestas, incluidos los naipes; un cambio de administración y nuevas normativas crearon una ruptura en las restricciones, espacio que aprovechó Fusajiro Yamauchi para popularizar una variante conocida con el nombre de Hanafuda (cartas con ilustraciones en lugar de números). A partir de entonces permaneció al lado de su primer romance y aún se siguen fabricando mazos de todo tipo, por supuesto algunos con la efigie de Mario y sus colegas. Pero a la par del negocio de los naipes, la cabeza de la compañía buscó apelar a otras áreas, entre las que se incluyeron hoteles del amor y un servicio de taxis directamente vinculado, arroz instantáneo, mobiliario, y un sinfín de productos.

No había sector que luciera poco prometedor para estos entusiastas, desafortunadamente sólo el recurso de las cartas funcionaba y cualquier otra aspiración se veía arruinada; a decir verdad, los constantes intentos por abarcar nuevos productos mermaron en su liquidez y más de una vez se encontró en riesgo de una abrupta bancarrota. En 1964 ni siquiera plasmar a los personajes de Disney en sus barajas evitó que fuera víctima de un tropiezo junto con el resto de fabricantes de tal entretenimiento de papel y se vio obligado a buscar una alternativa financiera. Apelando a su experiencia, comenzó a fabricar juguetes de diversa índole, algunos tan similares a LEGO que le ganó una demanda por plagio de la que salió victorioso; pasada la tormenta, a mediados de los 70 cerró un trato con Mitsubishi para comenzar a desarrollar propuestas del entonces nuevo fenómeno de los juegos de video.

De ese punto en adelante todo fue progreso, glamour y creatividad. Gunpei Yokoi pasó de ingeniero de mantenimiento a una de las mentes más respetadas, influyentes e ingeniosas de la industria durante aquellos primeros años gracias a su intervención en la construcción del Game & Watch y el Gameboy, en tanto el joven y entusiasta Shigeru Miyamoto se levantó como emblema de la compañía, rivalizado sólo por el plomero italiano que concibió en la era de 8-bit. Donkey Kong triunfó en arcadias, posicionándose como una de las consolas tragamonedas de mayor éxito en la historia, en tanto el NES salvó a la industria de una crisis en 1983 que casi destruyó la economía del medio debido a pésimos estándares de calidad.

Larga vida al rey

Casi cada paso ha ayudado a sustentar su éxito y relevancia, generando el fanatismo de millones en todo el mundo, y desde luego, un impresionante caudal monetario. A pesar de caracterizarse por una pantalla monocromática y de baja resolución, el Gameboy venció a otras portátiles y se erigió como una de las consolas mejor vendidas entre sus homólogos móviles y también en comparación con las caseras. El Nintendo DS no hizo sino seguir el ejemplo y superar los triunfos de su antecesor, mientras el Wii llegó para capturar la desdeñada audiencia casual y abrir un nuevo mercado.

Tras revisar el expediente, nos percatamos de que Nintendo aprendió a sobrevivir las condiciones más complicadas y en términos de la nueva era, es fácil denominarlo el felino de los videojuegos, para demostrar que aún después de cada desastre, sus más de nueve vidas le permiten seguir lanzando títulos y hardware con sólida constancia. Claro, eso no evitó que en los años consecuentes tuviera tropiezos, pero nada lo detuvo y siguió en la carrera vanguardista.