El papel de los videojuegos ha crecido mucho en los últimos años, dejaron de ser una novedad tecnológica para convertirse en uno de los pasatiempos más solicitados del mundo, aunque también, poco a poco, han tomado otro cariz. Muchos de los desarrolladores de juegos de video han comenzado a reconocer su potencial para contar historias en las que el público no es un mero espectador, sino que puede participar de manera proactiva en los acontecimientos y sucesos que le dan forma a la trama, viviendo la historia a un nivel sensorial que nunca antes en la historia de la humanidad había sido logrado (a menos que contemos cierto tipo de viajes experimentados mediante sustancias sagradas en ciertas civilizaciones).
Como cualquier cosa que tiene como propósito transportar a un espectador a lo largo de una historia, los juegos de video cuentan con distintos elementos de orden y estructura que hacen de esta una experiencia enriquecedora e interesante, sin embargo, esta situación acarrea los mismos problemas a los que la literatura se ha enfrentado durante siglos: encontrar los vehículos adecuados para que una trama tenga un desarrollo y un final adecuados. Para conseguirlo, en incontables ocasiones se ha recurrido al llamado Deus ex machina, un evento en el que, al enfrentar una situación desesperada, el protagonista recibe ayuda de manera inesperada. Esta forma de auxilio puede estar representada por algún nuevo personaje, un objeto (como un arma nueva), una habilidad o un hecho inesperado e inexplicable.
Si te jactas de ser videojugador, indudablemente has enfrentado estas circunstancias en tus aventuras digitales, ya que este pasatiempo se encuentra plagado de momentos Deus ex machina. Uno de los ejemplos más claros es cuando Jackie Estacado está a punto de caer víctima de un intento de asesinato por parte de los matones de su propio tío, cuando una fuerza oscura y antigua, ligada a la historia de su familia, se apodera de su cuerpo y le otorga poderes sobrehumanos. El uso de elementos de esta naturaleza en las historias tiene sus raíces en la antigüedad y su nombre literalmente quiere decir dios salido de la máquina, lo que proviene del empleo de trampillas en el escenario o máquinas para simular la aparición de un dios en una obra de teatro.
En muchas ocasiones la aparición del Deus ex machina en una historia es tomada como un posible indicador de que al autor le faltaron ideas o conocimiento de la técnica para desarrollarla sin recurrir a un elemento mágico o fuera de contexto, sin embargo, también existen casos en los que esta situación es utilizada de manera intencional, como sucede en God of War. Al inicio del primer título de la serie, Kratos está derrotado, con la mayor parte de su ejército espartano caído y rodeado por una horda de enemigos; en ese momento, reúne sus últimas fuerzas para pedir ayuda de Ares, dios de la guerra, quien lo escucha y aparece para acabar con todos sus adversarios. Aquí, el desarrollo de la serie no hubiera podido despegar sin ese hecho, que posteriormente se convierte en el pilar que guía la trama de toda la saga. Si te interesa conocer algunos otros ejemplos, te invitamos a visitar nuestra infogalería relacionada.
Si lo pensamos, sería casi imposible que todos los videojuegos detallaran cada fragmento de la historia, y en ocasiones parece que abusan de esta práctica, especialmente en lo que a la utilización de cierto armamento se refiere. Ejemplos de eso pueden encontrarse por cientos sin importar el género, sin embargo, está más presente en los títulos de acción. Estamos seguros de que más de una vez te has preguntado cómo es que ese rifle de francotirador se encuentra tan convenientemente tirado sobre esa azotea que domina perfectamente la calle por la que van llegando las tropas enemigas o quién fue el guerrero que dejó ese rocket launcher cargado y preparado para ser usado justo antes de entrar en la guarida de uno de los jefes del juego.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la realidad muchas veces escapa de nuestro entendimiento y eso se refleja en las creencias de antaño, cuando la gente atribuía el candor del fuego y el titilar de las estrellas a fuerzas sobrenaturales. Un detalle que seguramente llamó la atención de los lectores de historias de ficción, es que en muchos casos el escritor o guionista se ve forzado a amarrar todos los cabos que podrían parecer sueltos, mientras que en la vida real el azar juega un papel mucho más importante y, en ocasiones, creíble. ¿Será que nuestra natural astucia y suspicacia para una trama es un enemigo de igual proporción que el uso del Deus ex machina?
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