Muchas cosas en
este mundo son tan frágiles como hermosas, una de ellas: la vida. Eso es algo
paradójico, ya que para poder preservarla a veces necesitamos extinguirla, y es
ahí donde la batalla obtiene su significado, proteger lo más preciado es la
última meta del verdadero guerrero; desafortunadamente, para muchos eso no es
algo fácil de hacer. Siempre debemos recordar que todo sucede por una razón,
aunque esta se esconda en el rincón más oscuro y distante de nuestro destino.
Peor que el
infierno
La isla Irohma
es un lugar que se ha bañado en sangre más de una ocasión, por eso su pueblo es
fuerte, no sólo del cuerpo, sino del alma. Cuando la guerra del péndulo alcanzó
estas tierras, fue el momento para mostrar que nuestra gente no permanecería con
los brazos cruzados mientras la Unión de Repúblicas Independientes destruía
nuestros dominios y amenazaba a nuestras familias.
Ellos
cometieron el error de atravesar la jungla, un territorio con el que sabíamos
mezclarnos, ocultando nuestra presencia como la bestia que acecha a su presa. La
cacería era buena, sus soldados caían rápidamente, pero cuando un ejército de
ese tamaño pierde un par de docenas de hombres, envía el doble; fue entonces
cuando cometí el error, dejé desprotegida mi villa. Cuando regresé, lo único que
quedaba eran cenizas y cuerpos sin vida, tal vez ellos estaban en un lugar
mejor, pero para mí era el primer vistazo que obtendría del infierno.
El fénix entre
las cenizas
Con las cenizas
de mis seres queridos en las manos, la cacería incrementó su intensidad,
mi mente estaba en blanco mientras mi corazón ardía con el fuego que había
consumido mi aldea, eso me daba fuerza y me impulsaba a continuar buscando para
conseguir eliminar a los responsables de terminar con tantas vidas inocentes.
Acechaba a mi
presa que portaba una armadura diferente a la de los URI y cubría su cabeza con
una pañoleta en vez de con un casco. Cuando lo escuché decir: Yo no haría eso si
fuera tú, supe que era distinto, no sólo me había detectado, sino que no
atacó cuando supo de mi presencia; dentro de su cuerpo residía un alma, y para
mi pueblo eso es sagrado. Procedió a hablarme de cómo formaba parte de la CGO,
de que ellos ganarían la guerra y de que prefería tenerme a su lado cuando obtuvieran
la victoria.
Cuando un
hombre ha perdido todo, el cambio es algo inminente, y lo quieras o no, éste se
hace presente en el momento indicado.
Comentarios
Mejores
Nuevos