Dragon's Dogma PlayStation 3

La presión para los encargados de Dragon’s Dogma debe ser sofocante, no sólo se trata del primer intento de Capcom por capturar la esencia del RPG occidental, es también la incursión de la compañía en el ámbito de los mundos abiertos, titánica labor que requirió de un equipo compuesto por más de 150 personas, sin olvidar que es el juego más caro en la historia de la compañía. En otras palabras, se trata de una apuesta sumamente arriesgada así como interesante, y por lo visto hasta ahora, el resultado podría ser muy plausible, pues aún si la originalidad no es su fuerte, se apoya en una sólida mezcla de atractivos elementos para ofrecer caudales de contenido y muchas opciones de personalización. Veamos las razones.

Para comenzar con las explicaciones, nada mejor que la creación de tu protagonista. En algunos títulos del género es requisito implementar un generador de avatar con suficientes herramientas para que tu personaje no luzca idéntico al de otra persona; Dragon’s Dogma no es excepción y ofrece más de 80 estilos de peinado, así como alrededor de 70 tipos de ojos, pero además de cambios en complexión, será posible ajustar el grosor y estética de cada extremidad, con lo que podrás crear figuras tan físicamente improbables como Chun Li o Bayonetta. Si lo deseas, tendrás opción de cambiar la postura de tu entidad virtual para que luzca heroica o tímida, y hasta masculina o femenina. Estos son sólo algunos de los ajustes permisibles, pero cabe mencionar que hay especial énfasis en darte la capacidad de construir algo original y a tu medida, con el beneficio de que según Capcom, tu creación no lucirá como una aberración de la naturaleza, sino que lucirá completamente orgánica.

Ahora, dando seguimiento a la información que te brindamos en nuestro último acercamiento con Dragon’s Dogma, el aspecto más original de este título se encuentra en los sirvientes que tienes a disposición, personajes que conforman tu equipo y muy a modo de RPG tradicional, cumplen roles específicos. Así, tienes un mago, un guerrero y un arquero; del guerrero y el arquero no queda mucho por descubrir, pues sus habilidades obedecen al cliché: el primero usa toda clase armas y golpes físicos, mientras que el segundo es diestro con dagas y especialista en acertar en el blanco con sus saetas. El hechicero, por otro lado, no sigue las tradiciones del género en cuanto a puntos de magia, su poder y duración los encantamientos se definen por el tiempo que se mantenga conjurando, replicando el modo “real” en el que un mago usaría sus habilidades. Por ejemplo, una simple bola de fuego puede convertirse en una auténtica muralla llameante si dejas que tu compañero le dedique el tiempo suficiente.

Cada sirviente puede ser instruido para atacar, defender o permanecer a tu alrededor, dependiendo de una serie de órdenes que tienes opción de ajustar en cualquier momento, además del control que tendrás de algunas de sus habilidades básicas. Afortunadamente, no son autómatas descerebrados que se interpongan en tu camino, y aunque faltan muchísimos ajustes en la Inteligencia Artificial, son integrales en la acción. Para comprobarlo basta vivir uno de los combates contra las gigantescas criaturas por las que se ha acreditado el juego, en el que si uno de tus aliados se percata de algún punto débil, atacará inmediatamente o usará sus habilidades —siempre que sean útiles para la ocasión— contra un enemigo específico. Tanto en encuentros especiales como en batallas pueriles, el equipo buscará complementar tus embistes contra los adversarios, un caso ejemplar es cuando el guerrero logra montar al colosal grifo y le indica al protagonista que lance flechas hacia las alas; tras el ataque, la bestia cae contundentemente, para ser rematada por una explosión del mago. Queda la sensación de que al incrementar el poder de tus sirvientes podrán hacer el trabajo por ti sin problemas, al grado de arrebatarte la diversión, pero entre el caos y la sucesión de ataques, se generan escenas interesantes.