Obra del desarrollador mexicano Lienzo, Mulaka es un juego de acción y aventura basado en la rica mitología de la cultura rarámuri, originaria de la sierra de Chihuahua al norte de México. Mulaka es un hermoso viaje con un importante mensaje social oculto en un formato demasiado ambicioso para su beneficio. Con un potencial educativo oculto, Mulaka pretende concientizar sobre las costumbres de una sociedad que ha conservado su herencia a través de los años con relativo éxito. Sin embargo, a lo largo de esta aventura descubriremos que tomar a grandes leyendas de la industria como inspiración no siempre son buenas noticias y, en ocasiones, es un arma de doble filo.

Mulaka pertenece al género acción y aventura y es del corte más clásico donde exploras grandes escenarios temáticos que culminan con un imponente enfrentamiento contra un jefe. Por ejemplo, el primer nivel es asombroso por sus grandes extensiones desérticas donde es común correr sin destino hasta que alguna prominente estructura llama tu atención; esta secuencia inicial brilla por sus grandes valores y fundamentos en el diseño de niveles que te invitan a explorar el escenario y a deleitarte con las vistas. No miento cuando digo que te detendrás más de una vez para admirar los gloriosos escenarios. Desgraciadamente, este sentimiento que te motiva a investigar termina tan pronto como inicia porque la estructura lineal de los niveles se antepone con tu asombro, pues hay cuestiones de diseño que te limitan y todo se convierte en una carrera donde no vale la pena combatir a los enemigos ni recorrer el escenario en busca de los elementos que exponen la rica cultura de los rarámuri.

Mulaka brilla durante un par de secuencias realmente impresionantes y memorables que relatan los momentos de verdadera inspiración del equipo de Lienzo. Me puedo referir al gran ascenso de una montaña donde las mecánicas se combinan magistralmente con el gigantesco escenario y las habilidades de Mulaka; otra joya dentro del juego es una pelea contra un jefe descomunal —hay varios de estos encuentros— donde debes escalar su cuerpo como parte de la mecánica de combate. Estos momentos de genialidad son los que llevarás guardados en la memoria una vez que termines con Mulaka, pues su ejecución es excelente y los retos son admirables.

El sistema de combate es sencillo. Aquí el personaje emplea 2 magnitudes de golpe: débil y fuerte. Con el golpe débil hilas secuencias veloces que infligen daño considerable y los golpes fuertes —como puedes esperar— son lentos, pero vacían la salud de los enemigos además de que rompen su defensa cuando tienen escudo. También tienes un comando para esquivar, con lo cual el personaje da un paso hacia los lados para evitar las fuentes de daño. Asimismo, como el personaje es un Sukurúame (chamán o brujo), acude a los semidioses y obtiene sus poderes que sirven como herramientas para combatir y explorar el escenario, además de contar con una visión espiritual que revela plataformas y espíritus ocultos. Sin embargo, su empleo está limitado en partes específicas de los niveles y su introducción se siente como un requerimiento más que una adición orgánica a la experiencia.

De esta forma, la dinámica del combate es suficientemente entretenida y, extrañamente, es lo más rescatable de la experiencia gracias a que los fundamentos de combate son sólidos; es decir, la dinámica se siente bien, tiene buenos controles y es divertida, pero la ejecución técnica de otros apartados ligados a ésta dejó mucho que desear y no le permitió sobresalir. Por ejemplo, es una lástima que el juego nunca enseñe las variaciones de golpes del sistema de combos (hasta ofrece un logro por usarlas todas), así que lo más probable es que llegues al final únicamente con las 2 variedades estándar. Sin embargo, ni siquiera es necesario aprender el resto de los ataques porque los enemigos y la inteligencia artificial nunca te exigen lo suficiente para querer desviarte de lo que conoces.

Otra falla en la ejecución técnica tiene que ver con las pociones que preparas. Son 4: un brebaje te cura, otro es una granada explosiva, otro te protege con un escudo y el último te permite golpear con rapidez. Este sistema no tiene cabida dentro del combate porque es situacional. Verás: cada vez que empleas una poción el personaje comienza a bailar, lo cual lo deja expuesto y es peor contra los jefes, ya que con las danzas puedes perder el timing de las mecánicas propias del combate. Incluso hay pociones completamente inútiles y situacionales que usas un puñado de veces en todo el juego.

Los jefes quizá sean el apartado más disfrutable de todo el juego. Aquí podrás librar grandes enfrentamientos contra oponentes gigantescos que llegan a ocupar la pantalla completa y tienen la capacidad de mantenerte al borde del control gracias a sus mecánicas diversas y entretenidas. Por ejemplo, hay un enfrentamiento contra un gran espíritu donde se conjugan efectivamente las mecánicas de movimiento del personaje con las plataformas y los gimmicks de visión. Pero no es el único, a lo largo de la experiencia te asombrará la magnitud de ciertos jefes y te preguntarás cómo derrotarlos gracias a su excelente nivel de dificultad, aunque también existen jefes con torpes resultados.

En cuanto al aspecto gráfico, Mulaka emplea una especie de efecto low poly bien logrado hasta cierto punto. Las vistas casi infinitas del desierto son dignas de alabanza por la cuidadosa elección de los sombreados de las dunas y porque provocan un sentimiento de escala inicial apabullador. Sin embargo, este mismo efecto artístico pasa factura al resto de la entrega cuando los escenarios evolucionan y se muestran con una sola tonalidad hasta el punto en que es casi imposible distinguir donde termina una plataforma y comienza un despeñadero. Es lamentable que a veces todo luce plano, vacío y con un sólo color.

Entendemos que el propósito de Mulaka es abrirnos una ventana a una cultura ancestral en peligro y exponer sus dotes culturales con cierto grado de efectividad. De esta forma, nos agradó el inicio del juego porque presenta a los seres mitológicos de los rarámuri y la forma como ven al mundo, pues nos permitió percibirlo como una entrega situada en un universo fantasioso completamente nuevo. Sin embargo, hay elementos de la cultura rarámuri que quedan expuestos a medias y creemos que no se utilizó adecuadamente el diseño de niveles para explotar el sentimiento de asombro para educar a los jugadores. Por ejemplo, hay fragmentos de cultura ocultos a lo largo y ancho de los mapas en una actividad secundaria ligada a un críptico álbum de estampillas donde debes hacer backtracking para encontrarlos.

Mulaka es un juego muy ambicioso que pretende evocar sentimientos específicos en el jugador, sin embargo, constantemente se queda corto al intentar sobresalir. Sentimos que destaca como un juego de combate gracias a sus fundamentos de acción sólidos, pero es una lástima que el juego sea de aventura y exploración. En el futuro nos gustaría ver una entrega completamente enfocada en la acción que aproveche las lecciones aprendidas en este proyecto. Terminar Mulaka te tomará un par de horas y podrás disfrutarlo en pequeñas dosis gracias a que su carácter educativo funciona si tienes la resistencia necesaria para pasar los niveles y retos planos.