Team Bondi, desarrollador de L.A. Noire, se enfrenta a una difícil y embarazosa situación, ya que cerca de 130 de sus empleados reportan que fueron excluidos de los créditos del juego, además de que aseguran haber sido sometidos a una cantidad enorme de horas extra, sin recibir ningún tiempo de compensación; todo esto dentro de un ambiente laboral destructivo y malagradecido.
Hoy, Brendan McNamara, fundador del estudio desarrollador, respondió a estas acusaciones diciendo que no se siente enojado ni decepcionado y que para nada se arrepiente de nada de lo que ha hecho ni alcanzado. Según él, la gente tiene que estar dispuesta a dar todo de sí mismos, sin quejarse, ya que la industria constantemente enfrenta a los profesionistas en contra de los mejores en su ramo, ya sea en un estudio en Nueva York o en Londres. Posteriormente, McNamara comentó que la gente puede decidir trabajar con él y someterse a este tipo de situaciones y que si no están dispuestos a hacerlo, realmente no le molesta en lo mínimo.
Según reportes de once exempleados de Team Bondi, el equipo de desarrollo trabajaba 60 horas a la semana y estos tiempos se elevaban a 80 y 110 horas semanales durante las fechas en las que se debían cumplir metas preestablecidas. Estos horarios equivalen a trabajar 12, 16 y 22 horas diarias, respectivamente. Además, otro de los exempleados del estudio acusó a McNamara de ser una de las personas más iracundas que ha visto en su vida, acusándolo de gritar abiertamente a sus empleados a mitad de la oficina, lo que claramente podría caer dentro de la categoría de abuso verbal.
Lo interesante es que en 2007, después de diversas acusaciones de maltrato laboral (verbal y psicológico), la compañía tuvo que contratar los servicios de Leading Teams, un equipo de construcción de grupos de trabajo, quienes decidieron que el paso a seguir era obligar a McNamara a mover su escritorio lejos del grupo principal de trabajo, aislando su influencia negativa de la fuerza creativa de la compañía. Posteriormente, Leading Teams organizó una dinámica en la que todos los empleados pudieron expresar su descontento con McNamara, sin embargo, el ejecutivo pareció ignorar toda la retroalimentación.
Actualmente la situación se ha quedado en simples y vergonzosas quejas abiertas por parte de exempleados de la empresa, pero cabe la posibilidad de que, amparándose en la legislación laboral vigente en Australia, algunos de estos empleados puedan comenzar un juicio alegando diversos tipos de maltrato y abuso laboral, lo que podría costarle una cantidad significativa a la compañía, especialmente tratándose de abuso psicológico perpetrado por una figura de autoridad.
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