Diferencias importantes entre Dragon Ball y Dragon Ball Z.

La historia:

La trama de Dragon Ball se siente como un festival de impredecibilidad en donde cualquier cosa puede llegar a pasar. En el mundo de Dragon Ball había robots, aviones, aparatos de tecnología actual y ficticia, pero también dinosaurios (como una excéntrica mezcla del pasado y del futuro) y animales antropomórficos al estilo Warner Brothers, hechiceros, magos, bestias, monstruos, ejércitos que querian apoderarse del mundo... ¡era una absoluta locura! En el recreo, en la primaria, pasábamos mucho tiempo preguntándonos por qué carajos había dinosaurios y demás mierda extraña en este mundo, que era diferente a todo lo que habíamos visto en las caricaturas de aquel entonces. En ese setting tan raro, las historias lo eran todo menos aburridas, sino tan divertidas y locas que sólo querías saber qué más iba a pasar. No eran serias, por lo menos hasta llegar a la muerte del papá de Upa. Hasta entonces Gokú y sus amigos habían pasado por situaciones de riesgo, pero nunca había muerto nadie. A partir de entonces, la inocente búsqueda de Gokú por la esfera de 4 estrellas se convirtió en una misión sagrada. Está de más decir lo emotivo que fue ver, después de tantos y tantos episodios, a Upa reunido con su padre de nuevo. Pensábamos que las cosas iban a volver a la normalidad, y en cierta forma así fue, con el segundo Torneo de las artes marciales (en donde Tien Shin Han ganó por pura suerte), pero nunca nos hubiéramos imaginado que sólo se iban a poner mucho más serias después de eso. Fue increíble.

En cambio, las historias de Dragon Ball Z son dolorosamente predecibles. En el fondo, se tratan de un ser maligno que llega (del espacio exterior, del futuro, o de otra dimensión) para ser vencido al final por Gokú. Me encantó cómo, en Namekuseí, la trama regresó a esa cuestión de quién se va a quedar con las esferas del Dragón, quién haría realidad su deseo, pero fue algo relativamente breve. Al final de todas ellas, Gokú es el ser supremo que destruye al ser maligno, y ya. Al principio de todas ellas se nos da una revelación sorprendente: ¡Gokú es un alien! ¡Trunks vence a Freezer en dos segundos y viene del futuro! ¡Gohan, y no Gokú, al parecer será el protagonista! Pero al final ser ocurre lo mismo de siempre, con una sola excepción: la batalla contra Vegeta estuvo cargada de tensión y mucha emoción, por el hecho de que fue un trabajo en equipo (Krillin-Yajirobe-Gohan-Gokú) y no fue sólo el trabajo del protagonista contra el antagonista. Al enfocarse demasiado (o totalmente) en las peleas, se deja de lado ese aspecto de exploración, que el protagonista viajaba y conocía nuevos pueblos, ciudades, gente, y peleadores. De siempre encontrar a alguien más fuerte. Jackie Chun nos aseguró que en el mundo "siempre iba a haber alguien más fuerte", pero eso acabó en Dragon Ball Z. De pronto, y de la nada. Gokú se convirtió en "el más fuerte del mundo", y después de lo de Freezer, en "el más fuerte del universo". Se murió la diversión.

La muerte no vale nada:

¿Recuerdan la primera muerte de Krillin? Fue algo tan traumatizante que no pudimos dormir tranquilos esa noche. Todo había acabado bien en el torneo. Gokú había perdido (de nuevo), pero Tien Shin Han ya era su amigo, y todos se dirigían a un restaurante a celebrar, como buenos amigos. Krillin regresa al torneo por algo que Gokú había olvidado (en este momento no recuerdo qué). La próxima vez que lo vemos, está muerto. Ocurre al final del episodio. Nos destruyó el corazón.

Eso ocurrió sólo con una muerte, y las muertes que siguieron (Chaos, el Maestro Roshi) también fueron horribles y calaron hasta el fondo del alma del espectador (en Japón, hasta suspendieron un partido de Baseball y dieron un minuto de silencio en el estadio por la muerte de Roshi).

Lo que pasó después ya todos lo sabemos. El abuso de las esferas del dragón para resucitar a los caídos hizo que dejara de importar quién se moría. Por eso no sentiste absolutamente nada con la muerte de todos los personajes en la saga de Majin Boo, ni con la muerte de todos los habitantes de la tierra. Tarde o temprano resucitarían todo. El abuso de las esferas como un Deus Ex Machina se volvió tan evidente que hasta el anciano Supremo Kaiosama protestó por eso. Lo que en verdad quisieron decirnos es que estaban conscientes de lo barato que era su recurso salvador de la trama, pero no les importaba. ¿Por qué les iba a importar? Toriyama sólo seguía con Dragon Ball por pura obligación, y la creatividad dentro de la serie casi había muerto. Qué mas daba lo que hicieran.

Toriyama empezó a dibujar el manga por pura inspiración. La historia terminaría con la derrota de Pilaf, pero siguió adelante, pues las ideas y la creatividad lo golpearon con la fuerza de un Kamehameha. Ésa es la principal diferencia, pues, para resumir. Dragon Ball es un producto de un creador en el ápice de sus facultades creativas... excepto, claro, cuando se convirtió en un trabajo que era para el autor tan emocionante como lo es el trabajo de Godínez a un Godínez.

Lean el manga de Dragon Ball, ahora que está siendo reeditado en México por Panini. Es una absoluta delicia, incluso mejor que ver el anime. Vale mucho la pena.